El grito ¡"Pascuero"! es un alerta a las niñas y niños que se convierten en cazadores urbanos de los carros alegóricos de Navidad. Si bien, en Iquique y Alto Hospicio, la frase no es completa, se entiende lo que es el Pascuero. Esta actividad que anuncia la cercanía de la Navidad es netamente material y a la vez es orgánica, dado que demuestra elementos de solidaridad, en sí, el fenómeno del pascuero en el norte refleja sociabilidad y horizontalidad. El Pascuero, hace que todos los niños sean iguales.

Los niños circulan tras el Pascuero de dos formas, una es la que lo siguen por cuadras, que son los más avezados y otros son los que esperan en sus fronteras de territorialidad a saber: barrios, pasajes y condominios. El fenómeno es netamente Iquiqueño y su origen está en los funcionarios de Correos de Chile, sin embargo, fueron los sindicatos pesqueros a fines de los setenta y ochenta que masificaron la actividad que llegó hoy a todos los sectores productivos. Aún moran en el recuerdo los Pascueros de los trabajadores de los Ferrocarriles del Estado con locomotora incluida.

El por qué se producen y se reproducen en otras localidades, como Alto Hospicio con los primeros Pascueros de la panadería Luque y otros en Arica, se explica por la entidad gremial que convocan, que no es extraña a la historicidad del norte de Chile, así como surgen las primeras asociaciones sindicales en el norte salitrero. Es el pascuero, la mejor forma de unir a los trabajadores, dado que un bien común los hace uno y ello, son sus propios hijos. Los trabajadores se organizan en los comités de Navidad, consiguen camiones, los adornan, se disfrazan y hacen de la Navidad un carnaval y con eso, la simbiosis con las tradiciones andinas. Además incorporan bandas de músicos que acompañan un convoy de autos que es en realidad una comparsa motorizada.

En ese estilo, cada Pascuero, innova en creatividad y se identifican por su labor productiva y sindicatos, por eso, en los 80', los Pascueros se identificaban según pesqueras: Eperva, Indo, Guanaye, Coloso y ahora según empresa.

Las pastillas, son una dádiva y se genera una interacción, aumentan la cantidad lanzada al son de alegría, baile y música, si la abuelita y una madre acompañan al niño, más también si hay una fémina, dado que los pascueros son galantes. La pastilla, es la felicidad rápida, todos los niños son iguales, sin importar su origen, una magia posible sólo en Iquique.

A partir del 27 de junio del próximo año comenzará a regir en Chile la nueva reglamentación sobre el etiquetado de alimentos, disposición que establece que los envases de los alimentos destinados al consumo humano deben indicar claramente los ingredientes y su información nutricional, explicitando de forma clara su contenido calórico, además de los niveles de azúcar, sodio y grasas saturadas, entre otros.

Asimismo, quedará prohibida la promoción y comercialización de productos que contengan altos índices de calorías, grasas, azúcar y sal dentro de los establecimientos de educación parvularia, básica y media. Es decir, los quioscos escolares no podrán vender "comida chatarra".

Se trata de un cambio radical que busca hacer frente a una situación cada vez más crítica en el país y que actualmente provoca serios daños en la salud de los chilenos. En efecto, las estadísticas del Ministerio de Salud establecen que en la actualidad una de cada once muertes tiene su origen en complicaciones relacionadas con la obesidad y el sobrepreso.

Desafortunadamente, el escenario local no está ajeno a este problema, toda vez que a diciembre de 2014 el 25,9% de los menores de 6 años presentaba sobrepeso, mientras que el 8,9% sufría de obesidad. Es decir, uno de cada 3 niños presentaba malnutrición por exceso de peso.

En ese contexto, es evidente que el Estado debe promover todas aquellas instancias que generen mejoras en la salud de la población y, por ello, en la calidad y las expectativas de vida de la población.

No obstante, para que este proyecto tenga los efectos deseados, es importante que la comunidad se involucre de forma activa en su aplicación, toda vez que el actual estilo de vida -marcado por la tecnología y el personalismo- va más de la mano con el sedentarismo y la mala alimentación.

Si la comunidad educativa, incluyendo a padres y apoderados, no se involucra en este cambio cultural, de poco servirá la implementación de leyes o normativas que buscan contrarrestar un fenómeno cada vez más complejo.