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La solidaridad se vive en comedor de El Colorado

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Cada sábado, cuando la mayoría aprovecha para quedarse hasta tarde en la cama, un grupo de voluntarios acude temprano hasta la Parroquia del Perpetuo Socorro de El Colorado para ponerse el delantal y preparar desayuno y almuerzo para cerca de 50 niños.

Dánisa Rosas es una de estas voluntarias, quien llegó hace dos años junto a su esposo a través de una invitación del párroco de ese entonces, Javier Sáez.

Fue así como se sumó al proyecto que iniciaban los sacerdotes de la Congregación del Santísimo Redentor.

"Son niños en riesgo social, que son muchos hermanitos, no ponemos requisitos para que vengan acá, lo único que basta es el amor", relata Dánisa, mientras calienta agua en un fondo para los tallarines con salsa.

En efecto en el patio de la iglesia juegan y corren niños de todas las edades y nacionalidades.

"Este es un comedor especial, son casi puros migrantes, hay peruanos, colombianos, bolivianos, haitianos", cuenta Julia Valderrama, quien también trabaja junto a su esposo, esto mientras presenta a un pequeño colombiano, quien llegó a los 4 meses, por lo cual prácticamente las tías se transformaron en sus segundas madres, dándole la leche, meciéndolo y haciéndolo dormir.

La fiel católica Carmen Arboleda también llegó a través de la invitación de los sacerdotes. "Como siempre me gusta andar ayudando... Ojalá viniera más gente a ayudar y pudiera apadrinar a los niños", expresó esta residente colombiana.

Otras manos se han sumado de forma espontánea. Este es el caso de Moraima Díaz, abuelita de Santiago, un niño que asiste regularmente al comedor y quien el año pasado cayó de una escalera que lo mantuvo prácticamente al borde de la muerte.

Como una forma de retribuir el amor y preocupación de estos tíos postizos, que estuvieron atentos a la evolución del niño, decidió sumarse apoyando la labor de este comedor que opera solo en base a aportes.

"Funcionamos con aporte de la comunidad, de amistades, de los profesores del Colegio Obispo Labbé, del Rotary Tarapacá", comenta Dánisa, quien agrega que en una primera instancia solo entregaban almuerzos.

"Nos dimos cuenta que el almuerzo no era suficiente, así que incluimos el desayuno. Si podemos hacer una bolsita para que los niños se lleven a la casa, lo hacemos", señala la joven, a quien se le ilumina el rostro cuando habla de los niños, la experiencia del comedor y Jesús.

A cambio, "nos abastecemos de amor, de la vida de ellos porque muchos dejan de ser niños porque cuando llegan a sus casas tienen que cuidar a sus hermanitos y hacer otras cosas".

Actualmente el grupo está sumamente entusiasta porque se adjudicaron recursos de la Cuaresma de Fraternidad, lo que les permitirá desarrollar talleres de guitarra, cocina, manualidades, además de organizar un torneo de fútbol y taca-taca, durante los meses de enero, febrero y marzo.

Para dar el vamos a esta excelente noticia el próximo 16 de enero harán una actividad de proclama donde instalarán un escenario en las afueras de la iglesia, donde habrá cantos y actividades culturales para agradecer y lanzar los talleres de verano.

Mientras aguardan la hora del almuerzo, los niños juegan taca-taca o ven televisión, bajo la atenta mirada de los adultos, que los atienden con jugo y galletas a la espera de sentarse a la mesa. J