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Con la llegada del verano empieza la obsesión de algunas personas por mejorar su aspecto físico y lucir los avances de su ejercicio. A pesar de los obvios efectos positivos que esto tiene el individuo, puede gatillar resentimiento y desconfianza en su pareja e, incluso, provocar celos.
Los celos, entendidos como el temor de una persona a que un tercero se entrometa en la relación con su pareja, pueden considerarse un "sentimiento esperable dentro de un compromiso sentimental", según el sicólogo de Centros Médicos Vidaintegra, Fernando Marchant. Sin embargo, pueden tomar diferentes grados hasta convertirse en algo patológico.
"La celopatía es una emoción que puede ser cegadora, con límites insospechados y consecuencias destructivas para la relación de pareja; es una obsesión recurrente en la cual la realidad es alterada por la propia percepción errática que se tiene del otro", asegura Marchant.
Los efectos más comunes de los celos tienen que ver con el temor al abandono, lo que puede desembocar en cuadros de dependencia al alcohol o formar parte de un estado depresivo encubierto. Entre las causas, eso sí, también es común una proyección encubierta. Es decir, ver en el otro lo que yo puedo estar sintiendo o queriendo hacer.
El experto, por último, explica que los celos no patológicos, si son moderados no permanentes, no logran desarticular una relación de pareja y no son asfixiantes. En cambio, cuando se está frente a una celopatía, se percibe ansiedad o agresividad, existen pensamientos relacionados a la infidelidad y se intenta controlar a la pareja.