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Mucho ruido

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Iquique le tiene miedo al silencio. Miedo a escuchar el taconeo de los peatones por las veredas de la ciudad. Miedo al silbido de los pájaros. Miedo al murmuro de las olas en Cavancha o en Bellavista. De allí la bulla. De allí el ruido cultivado casi con rabia. Un vecino en la calle Bolívar -herrero de profesión- al caer la tarde, tocaba el violín. Don Luis Arqueros, rompía la tarde a golpes de melodías que arrullaban la noche de una ciudad que cultivaba eso que hoy llaman, calidad de vida. El violín de don Lucho era la señal que la noche venía.

La bulla es la enemiga de la calidad de vida. Gente que en automóviles acelera haciendo chirriar el motor, colectiveros que te agreden con la música regetonera a todo volumen, bocinazos a título de nada. Gimnasios que vomitan gritos sin importar bibliotecas ni adultos mayores. Narcisismo cultivado con música que de armonía no tiene nada.

Iquique no sabe conversar, grita. En tardes de domingo cuando la siesta era una institución respetada, un vecino enciende a todo dar -iba a escribir, a todo chancho- su equipo de música made in Taiwán. Ese sujeto, no sabe cultivar el arte de estar en silencio. Tiene miedo. Y ese miedo lo domestica, al menos, eso cree, gritando a todo lo que dé.

El paisaje sonoro de la ciudad está desafinado. Ya no está El Familia y sus melodías en cacho de toro llamando a comprar helados. A veces, casi por encanto, aparece el afilador de cuchillos. Los gallos ya no cantan. La ciudad se los tragó.

El silencio bien cultivado, el ruido necesario y controlado, no cabe en este paisaje que ha hecho de la bulla un requisito para existir. Meto bulla, luego existo, parece ser la máxima. Empresas constructoras que taladran el día. Y de nuevo la estridencia musical inundando lo que es común: la calle y lo que es peor tu casa. En esta ciudad nadie respeta a nadie. Gana como en película de Tarantino, el que más veces aprieta el gatillo. Las autoridades, bien gracias. Dejan hacer, dejan pasar. También le deben temer al silencio.

"Gana como en película de Tarantino, el que más veces aprieta el gatillo. Las autoridades, bien gracias".

Bernardo Guerrero Jiménez, sociólogo.

A no confiarse

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"A O'Higgins le hicieron ocho goles y mostró todas sus debilidades. Si el CDI sabe aprovecharlas estamos listos", decía un hincha. Cada partido es un mundo y no hay que confiarse, especialmente con Calandria que siempre nos marca.


Volver al origen

Muchos apuntan a las soluciones de vanguardia para mejorar la sociedad. Es cierto que el mundo ha cambiado, pero sería bueno también buscar algunas claves en el pasado, cuando Iquique era más tranquilo. Hace un par de décadas, por ejemplo, había más respeto.


Debajo de la alfombra

Algunas autoridades ante alguna situación compleja prefieren evitar que las cosas se sepan. Lo cierto es que los problemas se enfrentan y no se pueden guardar las cosas bajo la alfombra. Al final en Tarapacá todo se sabe y termina siendo mucho peor y escandaloso.

editorial

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A cuidar nuestro entorno

Con frecuencia los lectores dan a conocer a través de cartas o fotografías, su malestar por la forma descuidada en que se mantienen algunas de las playas de la región. Se quejan de que abundan las botellas plásticas y de vidrio, bolsas, cajas y -en general- desechos de productos que las familias consumen y no se preocupan de botar en los basureros o llevarlos a sus casas, sino que los lanzan a la playa o lo que es peor, al agua.

Balnearios y lugares de recreación muestran en forma lamentable los desechos que dejan las personas. La situación no es diferente de lo que ocurre en calles y carreteras, donde las personas lanzan papeles, botellas, plásticos y todo tipo de desperdicios.

Se dice con frecuencia que hay que aplicar la ley y multar a los infractores. Los municipios se quejan de falta de inspectores, y resulta casi impracticable controlar las playas, los barrios, las calles, pero eso no significa que tengamos que convivir en medio de la mugre. Es muy cierto que cuando los organismos no disponen en forma oportuna de la limpieza de un sector donde se está iniciando un basural, éste pasa a convertirse en botadero de desperdicios y cada vez se hace más difícil controlarlo.

La Municipalidad de Iquique tiene personal que realiza limpieza de las playas en las mañanas, pero a medida que avanza el día la situación cambia con la presencia masiva de bañistas que no piensan en la limpieza como un beneficio común. Se necesita con urgencia un cambio de mentalidad para proteger estos espacios que son de todos y que deben ser motivo de orgullo. La educación es el camino y hay que enseñar a los niños que no deben lanzar basura en ningún lugar. Las familias deben comprender que las playas y balnearios deben ser motivo de cuidado y de orgullo, porque nos permiten convivir con la naturaleza y son motivo de atracción. Nos pertenecen a todos y por lo mismo todos debemos ayudar a mantenerlos.

Estamos lejos de tener una cultura que promueva hábitos de limpieza y de asumir que la naturaleza debe ser cuidada, porque finalmente lo que hagamos con ella nos será devuelto. Las nuevas generaciones tienen mucho que decir y hacer sobre el tema para respetar la naturaleza y también para que otros puedan disfrutarla.

"Se necesita con urgencia un cambio de mentalidad para proteger estos espacios que son de todos".