Es innegable indicar que desde los '90, la educación superior en Chile establece un crecimiento superlativo, permitiendo que de los 200 mil estudiantes matriculados a comienzos de esa década, llegáramos a un millón 100 mil estudiantes en el 2015.
Las cifras, representaron un reordenamiento en el sistema, permitiendo que la universidad, no fuera un privilegio de pocos, creyendo que este fenómeno fomentaría una cultura del mérito. Los datos precisaban que 7 de cada 10 estudiantes, era la primera generación que alcanzaba la educación superior.
Pero este no venía aparejado con el desarrollo de una universidad pública, sino se establecía en los cimientos generados en 1981, reforzado a través de Ley Orgánica Constitucional de la Enseñanza (promulgada un día antes del término del régimen militar) y consolidado por los gobiernos de la Concertación.
Medidas como la implementación del Crédito con Aval del Estado (CAE), que insertó a la banca en el sistema, so pena de una alta tasa de interés al estudiante y la mantención del aporte histórico como sede de aquellos centros que dependían de la Universidad de Chile, mantuvieron el precepto del autofinanciamiento institucional, debilitando la gestión en universidades, donde gran parte de los recursos eran dirigidos a becas o beneficios de jóvenes con situación económica deficitaria.
Según Carlos Huneeus en "La Democracia Semisoberana: Chile Después de Pinochet", la disminución del gasto público en educación no fue revertida, en relación al régimen militar, alcanzando el 3,3% del PGB (el más bajo de la OCDE), con el menor aporte directo del Estado en instituciones públicas de Educación con 35,1%.
El sistema impulsó la inserción de actores privados, que visualizaron la débil institucionalidad y escasa regulación, a diferencia de aquellas universidades, que pese a recibir un bajo aporte estatal, debían someterse a los mecanismos de control del sistema público.
Las autoridades, no solo avalaron, sino profundizaron un modelo, que a partir del 2011 comenzó a derrumbarse por la presión social de miles de estudiantes, que permitieron el colapso de las verdaderas universidades "chantas".
"Las autoridades, no solo avalaron, sino profundizaron un modelo, que a partir del 2011 comenzó a derrumbarse..."
Gustavo Soto Bringas, rector Universidad Arturo Prat