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El "Chalala" y sus 27 años en el Terminal Agropecuario de Iquique

Llegó a la ciudad de paseo y le gustó, sobrevivió un accidente, cargó barriles de aceite y educó a cuatro hijos profesionales que son su gran orgullo. Aquí la historia de un hombre que por amor al trabajo eligió a Iquique como su hogar.
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Probablemente si usted a ido al Terminal Agropecuario ha escuchado hablar de él o a más de algún locatario nombrar al "Chalala". Seguro más de alguna vez hasta conversó con él sin conocer su nombre real; se llama Sergio Andrés Requena y como a la mayoría de quienes trabajan en ese lugar, arrastra un apodo que con los años se transformó en parte de su identidad.

"Aquí casi nadie se conoce por el nombre, acá todos tenemos un apodo, yo he tenido varios, cuando era más joven me decían el Tarzán de Jardín, porque era bien musculoso y andaba con un carretón, en una pega anterior perdí mis dientes y cuando me los arreglé me pusieron el masca rieles también", cuenta el risueño trabajador que ha pasado 27 años en el Agro.

"A mi me gustó la pega aquí, se hace con fuerza bruta, yo soy hiperquinético, me cuesta andar quieto, subo y bajo escaleras en el local todo el día", cuenta.

El "Chalala" llega a diario, sagradamente a las 6.30 de la mañana, trabaja todo el día, sin parar, ha visto como el Terminal Agropecuario ha ido mutando con el correr de los años. "Aquí antes habían puros chilenos, ahora hay harto extranjero, pero acá el que quiere trabajar tiene espacio, los que no quieren trabajar se dedican a otras cosas, pero yo no me meto con ellos, lo mío es la pega", aclara.

Hace casi 30 años arribó desde Rengo a la región de Tarapacá, la vio como una zona de oportunidades, no tardó en encontrar trabajo y desde ahí, con altos y bajos, nunca más se fue de Iquique.

Antes de aterrizar en el Agro como cargador primero y ahora bodeguero, El "Chalala" tuvo un paso por otras industrias, en este caso en las empresas Cardoen. "Estuve en la explosión, por suerte a mi no me pasó nada, pero la onda expansiva me lanzó no sé cuantos metros y perdí mi dentadura, de ahí llegué acá y me gustó la pega bruta", dice.

La Familia

Sergio Requena se define como un hombre tranquilo, dedicado a la pega, orgulloso de la capacidad de su cuerpo y del oficio que eligió.

Orgulloso expresa que gracias a su trabajo "logré educar a mis cuatro leones, tres de ellos ahora están en España, son profesionales, trabajan en la industria petroquímica, están cerca de Marruecos, ellos estudiaron para eso, mi otro hijo trabaja aquí en Iquique, estoy muy orgulloso de ellos", comenta.

Para él la educación de sus hijos es su gran logro, sobre todo cuando lo compara con la situación de otras personas que también trabajan en el clásico terminal.

"Aquí hay gente con plata, con harta plata que no ha sido capaz de darle educación a sus hijos, yo eduqué a los cuatro puro cargando los tambores con aceite que llegaban antes, sacos y cajas", cuenta el esforzado trabajador.

El "Chalala" se nota un padre orgulloso y sin falta cada 15 días se comunica con sus hijos en el exterior "son mis leones", dice.

Fuerza Bruta

Desde hace unos 16 años este hombre dejó la pega de cargador y se convirtió en bodeguero, eso sí, sigue buscando que cosas mover y cargar.

"Aquí en el Agro con la modernidad quieren encontrar la perfección en todas las cosas, antes se usaba más la brutalidad, cargar las cosas, usar la fuerza bruta. Ahora se usa más la inteligencia, y aunque igual me adapto, yo me quedo con lo bruto, a mi eso no me aburre, lo paso bien porque soy hiperquinético, subo y bajo escaleras todo el día, soy campeón de taekwondo, me sirve, me entrena y me mantengo impecable", manifiesta el trabajador de impecables de 55 años que lleva la mitad de su vida cargando tambores, sacos y cajas a diario.

"En mis mejores tiempos cargaba hasta 240 kilos, ahora máximo 80", explica como si hablara de una bolsa de azúcar o arroz que se puede encontrar en el supermercado.

Reconoce que antiguamente el trabajo era más rentable, y si bien nunca recibió un sueldo fijo, la constancia en sus labores le permitió mantener a su familia y educar a sus hijos, a sus leones.

"A mi me pagaban mil pesos por tambor de aceite, yo me descargaba 30 o 40 diariamente, pero hay que tener ganas de trabajar, acá el que llega y quiere trabajar puede hacerlo, es cosa de esforzarse un poco no más".

Retiro

El Terminal Agropecuario se ha convertido en su segunda casa, mal que mal pasa 11 de las 24 horas del día en el lugar durante los 365 días del año. Para él mejor ni hablar de dejar o alivianar su rutina.

"Que voy a hacer afuera, aquí me entretengo, acá uno se ríe todo el día, la gente se conoce. Me conoce todo el mundo, me gusta, yo pienso trabajar hasta donde más se pueda nomás, hasta donde el cuerpo me dé", cuenta mientras levanta un saco de 42 kilos de frutos secos con la cara llena de risa, como todos en el Terminal Agropecuario, donde la gente dispuesta a trabajar duro, como el "Chalala", lo hace con la broma a flor de piel, por lo que está seguro esta entrevista le traerá un nuevo apodo o una jornada llena de tallas, como él dice, por hacerse famoso.