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Los secretos de un bombero con casi 30 años de experiencia

Ingresó muy joven a la Séptima Compañía "Tarapacá" y pasó gran parte de su vida vinculado al humo y el fuego. El profesional cuenta detalles de su labor y los duros momentos a los que se enfrentó en estas tres décadas.
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Ariel Pérez Standen es un iquiqueño neto. Con el arraigo que sólo los nacidos en esta tierra entienden, de esos que llevan en la sangre la frase "ser chileno es un orgullo, pero iquiqueño un privilegio".

Es hijo de un destacado deportista de la ciudad, según dice. Además de ser bombero de la Séptima Compañía "Tarapacá" y ahí, sostiene, está su pasión.

En su rol de bombero, que ya desempeña por casi 30 años, debió concurrir a un gran número de emergencias. Una de las más reconocidas fue la del incendio del palacio Mujica en el 2008, o el de la esquina de Wilson con Baquedano en el 2006. Y si bien, en ambas, estuvo muy en riesgo el patrimonio iquiqueño, la que más le impactó -a este hombre de las llamas- fue la que ocurrió en la nochebuena de 1987.

"Cuando ya había terminado todo lo de abrir regalos, yo estaba más grande, aunque apenas tenía 14 años. Estaba muy nuevo en la compañía, así es que estaba como aburrido mirando a mis hermanos que estaban muy contentos con sus regalos, y de pronto comenzó a sonar la paila (alarma) y ya con el segundo llamado salí corriendo desde la casa de mis abuelos que estaba en Aníbal Pinto, entre Zegers y O'Higgins, hasta mi compañía para que no me dejara el camión", comenta.

Luego relata que subió soplado al carro y no miró atrás. "Corrí rápido. Llegué a la compañía y me alcancé a subir al camión, y en ese tiempo, aún transitaban vehículos por Baquedano, y cuando bajamos por Gorostiaga y doblamos, fue impactante ver las llamas y darme cuenta de que era el Teatro Municipal", relata.

Para Ariel, entre su amor a Iquique, su cultura y la adrenalina de un joven en su primer incendio, ésta "fue una ocasión llena de sensaciones encontradas, yo era cabro, nuevo en la compañía, tenía la adrenalina a mil. A los bomberos siempre nos dicen que somos pirómanos, pero siempre atrás de la adrenalina está la vocación de servicio, de salvar el esfuerzo de otros, de que no se vea afectada la seguridad de la gente", cuenta.

"El trabajo fue arduo. Se trabajó toda la noche de Navidad", indica el bombero. Esto se puede apreciar en las publicaciones de la época, que rescataban que muchos vecinos del sector céntrico se acercaban a apoyar a bomberos, a servirles café y agua. Como agradeciendo que no se afectó tanto esta estructura que fue testigo de grandes espectáculos en la época de oro del salitre tarapaqueño.

Rescatista

Ariel en su larga trayectoria en el Cuerpo de Bomberos de Iquique, participó en una gran cantidad de emergencias y es capaz de reconocer diferencias entre los tipos de llamados. "Un incendio es una emergencia un poco más fría. Uno va a combatir el fuego, va a ayudar a quien está perdiendo sus bienes, pero en un rescate vehicular hay una mayor probabilidad de que te encuentres con una víctima que luego es tu paciente y ahí juegan fuerte las emociones que te pueden afectar mucho. Hay familias, niños o bebes que están pidiendo ayuda y ahí yo creo que todos los bomberos podemos tener mil historias que nos llegan", reconoce visiblemente emocionado.

En esa línea cuenta que "uno cuando llega a la persona la rescata y pasa a ser tu paciente. Es inevitable no conectar. Me ha tocado por ejemplo, una vez en un rescate de un vehículo volcado en un cerro de arena, excavar para llegar una mujer que estaba atrapada entre los fierros y cuando la alcancé ver sus ojos y que caigan lágrimas. Eso es probablemente el último acto en vida de esa persona", comenta.

"Muchas veces en los rescates bomberos ya no llegan a salvar vidas, sino a recatar los cuerpos de víctimas de algún incendio o accidente" manifiesta Ariel, a lo cual añade que cuando se es bombero, ellos desarrollan su pasión en su tiempo libre.

"Mientras más joven, más tiempo libre tienes, pero cuando te vas desarrollando y tomas otras responsabilidades, te conviertes en papá", afirma. Agrega que "en el minuto de la emergencia reaccionas. Actúas enfocado, pero el quiebre viene después, porque lentamente vas cambiando el cómo te relacionas con las víctimas. Si ves a una guagua, y eres padre, te acuerdas de tus hijos. Ves a un hermano, a un padre, a tu familia. una vez me toco ir a rescatar a un padre de familia atrapado entre fierros, él estaba fallecido y al lado mío llegaron la viuda del hombre y sus dos hijos pequeños, y que los niños te estén pidiendo que saques a su papá, y que lo lleves ahí donde están ellos, es terrible", asiente.

Rescate Iquiqueño

Ariel no sólo rescata vidas, también busca rescatar parte del patrimonio cultural de la ciudad y junto a su esposa y cuatro hijos hoy se la juegan por revivir el restaurante "Liverpool" que según cuenta "nació en 1928, pero como una fuente de soda. En este mismo local también se inició el Wagón, otro local muy típico de Iquique, y ahora quise rescatar su nombre antiguo. El Liverpool hacía una triangulación con otros dos locales, que eran el Bar Inglés y el California en este mismo sector. Los viejitos de la época le decían el triángulo de las bermudas porque uno de tres se perdían. La clientela era de portuarios, estibadores, y ahora lo estamos reviviendo", dice.