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Ley pareja

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Hace una semana, personal de la Inspección Municipal de Iquique me sacó un parte en la calle Pedro Lagos, ubicada justo detrás del Hotel Terrado Prat, por estacionarme arriba de una vereda, lo que está prohibido hacer para cualquier tipo de vehículo. Yo estaba apurado, porque tenía que ir a hacer un trámite al banco, y no tenía ningún lugar para estacionar a esa hora (10 de la mañana).

De todas formas, yo asumo mi error. Sé que no se debe posar ningún tipo de automóvil sobre estos lugares hechos exclusivamente para peatones y voy a pagar mi multa como cualquier iquiqueño hecho y derecho, pero mi reclamo es el siguiente. Una situación que me tiene demasiado molesto.

Ayer, cuando una vez más estaba pagando mis cuentas en el banco, me percaté de una camioneta de la Inspección Municipal "estacionada" en plena vereda de calle Covadonga, sector donde se emplaza el municipio de la ciudad.

Por esto mismo, es que no puedo creer la inconsecuencia de la Municipalidad de Iquique que infracciona a los ciudadanos, pero hace vista gorda con sus funcionarios.

Ley pareja no es dura, dicen.

Manuel Órdenes

Cine chileno

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Lo que se vivió el domingo en el Teatro Kodak fue un hito en la historia del cine chileno. Una producción nacional levantando un Oscar, en una categoría donde Pixar -el gigante de la animación digital- competía por el cetro, es algo que nos demuestra que nuestro cine ha ingresado a una etapa mayor, y que cuando hay amor, pasión, talento y perseverancia, todo es posible. Más aún cuando sus realizadores narran una historia dolorosa, que conocen muy de cerca, y que transforman en un mensaje universal.

Y eso es lo justamente lo que ha hecho el cine chileno en las últimas décadas. Un trabajo ya no tan silencioso que se ha desarrollado con el apoyo -muchas veces insuficiente- de los fondos audiovisuales y en las nacientes escuelas de cine, pero que su mayor mérito es el haber encontrado formas de contar historias locales entendidas en una dimensión universal.

El corto animado de Gabriel Osorio resulta emblemático. Merecidamente el primer Oscar chileno fue para una historia cercana a los realizadores, surgida de sus corazones, hecha con gran pasión artística y una riqueza estética. El cine chileno se encuentra con su memoria, su realidad, y eso es algo que se valora dentro y fuera del país.

Jorge Gómez Arismendi