La mujer que se ocupa del pelo de los clientes de La Quebradilla
Elvira Ugalde lleva 5 años cortando el pelo a grandes y chicos en esta popular feria de Alto Hospicio. Dejó las peluquerías establecidas, pues asegura que la gente no está dispuesta a desembolsar tanto dinero en un corte de pelo.
Un sol abrasador se siente en la feria de La Quebradilla de Alto Hospicio, algo que al parecer le es indiferente a Elvira Ugalde, quien trabaja incansablemente por cerca de 6 horas con sus manos, cortando el pelo, rasurando barbas y haciendo chasquillas.
Su negocio llama inmediatamente la atención, ya que entre todos los toldos que ofrecen principalmente ropa usada, juguetes americanos y todo tipo de cachureos, irrumpe esta peluquería al aire libre, compuesta por diversos pisos para que esperen sus clientes, un sillón peluquero y un mueble tocador con un gran espejo para que el usuario, especialmente mujeres, sigan atentas cada tijeretazo.
Trayectoria
"Llevo 5 años en la feria, antes trabajé como 10 años en una peluquería de Los Álamos, pero era muy caro el corte, entonces no iba tanta gente y empecé a trabajar acá. Yo cobro entre 1.500 y 2 mil pesos, dependiendo del corte, son precios populares", comenta esta pobladora, que hace 20 años llegó desde Santiago a Alto Hospicio, considerándose hoy en día una habitante más de esta tierra.
El cobro por su servicio puede parecer muy menor, pero la diferencia es que todo va parar a su bolsillo, debiendo cancelar solo el permiso municipal, porque en la mayoría de las peluquerías trabajaban por un porcentaje del 50% del corte o deben arrendar el sillón.
En una buena jornada en La Quebradilla llega a atender hasta 40 personas, siendo su peak las semanas previas al ingreso a clases. El resto de la semana corta el pelo en su casa, ya que tiene clientas que la siguen por décadas y hay veces que no alcanza atender a todas las personas en la feria, por lo tanto las deja citadas a su hogar.
Clientes
"Yo me atiendo con ella desde que estaba en Los Álamos, nos hicimos amigas. Cuando nos vemos en la micro, en la calle, nos saludamos y nos preguntamos por la familia, yo le pregunto cómo están sus manos", relata Eliana Caro, mientras Elvira le corta el cabello prolijamente para no dejar ninguna punta partida y con agilidad, ya que otros tres clientes aguardan su turno.
"Cuando mi marido se enfermó me decidí a hacer esto (instalarse en la feria a cortar el pelo) porque tenía problemas al corazón, hipertensión y diabetes y el dinero había comenzado a escasear y estuvo 11 años enfermo", relata la esforzada trabajadora, quien enviudó hace tan solo un año, quedándole el peso de sostener un hogar.
Su oficio le permitió educar y mantener a sus cuatro hijos, que hoy ya se independizaron, debiendo solamente velar hoy en día por una hija y una pequeña nieta de seis años, que viven con ella.
"Ahora sí, solo corto el pelo, no hago tinturas, nada químico, porque me dañaron las manos", señala Elvira quien padece del síndrome del túnel carpiano, una enfermedad frecuente entre quienes realizan movimientos repetitivos con las manos, lo que le provoca entumecimiento de sus músculos. "Es la enfermedad del peluquero y de quienes pasan todo el día en el computador", dice con resignación.
Aunque quisiera efectuar tintes y permanentes en su puesto, tampoco podría, ya que en la feria no hay suministro de agua potable y ella solo se abastece de aspersores para humedecer el cabello de sus clientes.
Pese a esta dolencia, sigue adelante con su labor y afirma que una característica de su oficio es que sus clientes la toman como una especie de sicóloga, ya que durante la atención le relatan sus alegrías y problemas, convirtiéndose en una terapia.
"Me sé la vida de todas mis clientas, pero uno tiene que morir callada", dice entre risas esta estilista, quien afirma que eso es clave en su oficio, para mantener la confianza de su clientela.
Formación
Su oficio lo avala con un diploma que la acredita como peluquera, luego de graduarse a los 18 años, en un curso de la entonces Dirección de Educación Primaria y Normal del Ministerio de Educación Pública.
Y desde entonces, han sido 44 años ininterrumpidos de labor, donde niños, adultos y dueñas de casa, acuden esperanzados a mejorar su aspecto personal.
Una tarea que Elvira se toma con responsabilidad, por lo tanto siempre está revisando revistas de moda e internet para actualizarse sobre los cortes y las tendencias que están a la moda.
"Esto me ha permitido ayudar en mi hogar y criar a mis hijos", dice con orgullo esta trabajadora y jefa de hogar de 62 años, al tiempo que la gente que pasa por la feria, bromea con ella y le lanza frases de que luego de la entrevista ya no los saludará, pues su rostro e historia aparecerán en el diario y se hará famosa.
"Cuando mi marido se enfermó me decidí a hacer esto... el dinero había comenzado a escasear".
Elvira Ugalde,, peluquera de La Quebradilla de Alto Hospicio.
"Yo me atiendo con ella desde que estaba en Los Álamos
Eliana Caro, clienta
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