¡Cristo ha resucitado! La certeza de la resurrección es fundamental para nosotros cristianos. Si el Señor no ha resucitado nuestra fe es vana.
Porque Cristo ha resucitado es que los apóstoles salieron a predicar el evangelio, porque la resurrección de Cristo tiene una fuerza transformadora, es que los primeros creyentes en Cristo, con solo su ejemplo de vida, sin la fuerza de las armas ni del poder lograron cambios profundos en su sociedad; porque la fuerza de la resurrección nos muestra que Dios ama la vida y que la gloria de Dios es que el hombre viva, es que los creyentes buscaron llevar vida a todos. Entendemos así entonces que, fruto del amor al Resucitado hayan surgido en la Iglesia y para bien de la humanidad tantas obras de servicio y caridad. Las primeras escuelas que formaron niños y jóvenes surgieron en el seno de la Iglesia, también las primeras Universidades, centros de desarrollo del conocimiento. Los primeros hospitales para aliviar el dolor y dar vida, obra de la Iglesia. Leprosarios, orfanatos, hogares de ancianos; en los últimos tiempos casa de acogida para enfermos de Sida, obras con migrantes y refugiados, en todos estos lugares de dolor la Iglesia ha querido dar testimonio de un Dios vivo que desea para sus hijos plenitud de vida, y esto se traduce en que algunos se dignifican y plenifican ayudando y sirviendo, practicando la misericordia y otros se dignifican siendo servidos y amparados en sus necesidades. Todos hijos e hijas de Dios llamados a un destino glorioso.
Porque creemos en la verdad, fuerza y poder de la resurrección, porque creemos en un Dios que ama la vida, seguiremos defendiendo la vida y hablando del valor y dignidad de toda vida humana desde su concepción hasta su muerte natural; seguiremos acompañando la vida de todas las familias pero sin dejar de proclamar ese ideal que es un hombre y mujer unidos por amor y acogiendo a sus hijos fruto del amor. Seguiremos promoviendo la dignidad del trabajo y de quienes lo ejercen, continuaremos proclamando la dignidad del ser humano, el cual a pesar de las equivocaciones y hasta horrores que a veces podemos cometer, sin embargo podemos cambiar y ser mejores, seguiremos proclamando que Dios sigue confiando en cada hombre y mujer. La fuerza de la resurrección es un don que hemos de acoger con alegría y nos infunde también energía para grandes tareas todavía por realizarse. Cristo ha resucitado, en Él nuestra esperanza.
"Seguiremos defendiendo la vida y hablando del valor y dignidad de toda vida humana desde su concepción".
Guillermo Vera, obispo Diócesis de Iquique.