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Luis "Chamaquito" Moraga el relojero más antiguo de Iquique

Ubicado en Latorre, entre Vivar y Barros Arana se encuentra el local del relojero más antiguo de Iquique. Tiene 88 años de edad y desde los 16 años realiza este oficio. Aunque menos que antes, aún mantiene su clientela.
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Mariela Cabello Venegas.

Luis Moraga Mareño, más conocido en Iquique como el "chamaquito" porque desde que empezó en el oficio de relojero llamaba de cariño así a sus clientes, tanto que terminó adquiriendo ese apodo hasta ahora. Hoy a sus 88 años, cuenta que es el relojero más antiguo de la ciudad, aunque a algunos les pese y manden por "el desvío" a la gente, cuando preguntan por su tienda.

Moraga cuenta que sus inicios fueron con el relojero español Rafael García que tenía una tienda en Tarapacá al lado de la oficina de Lotería de Concepción, momento en que él tenía 16 años "Cuando era cabro, salí de la escuela y repetí de curso y mi taita me dijo 'este es burro' así que tiene que trabajar y tuve que salir a buscar pega. Antiguamente era fregado, los taitas mandaban a trabajar al tiro".

Según sus recuerdos las primeras tareas eran los mandados del relojero, pero con el tiempo empezó a enseñarle del oficio. "Aprendí un poco y me fui, y él me dijo no enseño más a nadie porque así es como me pagan. Así me fui a trabajar con Nicolás Yamarino que vendía muebles y relojes de calidad en Vivar y estuve un tiempo trabajando con él. Fue él quien me dijo independízate y me paso herramientas para que lo hiciera".

Fue así que llegó a su primera tienda, ubicada en Thompson al llegar a Vivar llamada "Moraga". Si bien, lo de relojero no era su pasión, con el tiempo le empezó a tomar cariño a su oficio "Primero hacía unos ganchitos, le hacía unos arreglitos a los amigos y me salía una platita extra y eso me empezó a gustar. Ya llevo 72 años en esto".

Los relojes

Entre los relojes que se mandaban a reparar, Moraga cuenta que estaban los Longiness, los Omega, el Electro, el Sixtina "Habían varios relojes buenos. A mi me gustaba arreglar todos los relojes, para mi eran todos iguales. Claro que es más delicado un relojito de oro. Antes todos andaban con relojes de oro, cadenas, relojes de bolsillo, pero eso se perdió".

Según indica, todos esos relojes de marca llegaban cuando Arica era puerto libre, pero cuando dejó de serlo bajó su número. "Cuando era la pampa salitrera también los con bigotes, andaban usando unos relojes de plata de bolsillo. Antes los viejitos andaban con sus chalecos y sus relojes de oro y de plata con su cadena. Y me llegaban de todo".

El "chamaquito" cuenta que con la llegada de la Zofri, cambió la tecnología. "Los relojes a cuerda empezaron a pasar de moda, antes al relojito había que darle cuerda todos los días porque si no, se paraba. Ahora la pila les dura un año y la tienen que cambiar. Todo automático".

Pese a ello, aún le llegan algunos relojes antiguos. "Cuando yo estaba en Thompson me llegan 3, 4 y hasta 5 relojitos al día. Los relojes antiguos sé muy bien cómo funcionan. Hay que ser muy minucioso, se desarma pieza por pieza y uno se demora más o menos medio día, para dejar bien limpio el reloj. Por ejemplo para cambiar una cuerda había que sacarla y ponerla toda de nuevo, pero es fácil por mi experiencia y práctica".

Los más difíciles

Consultado por algún reloj que recuerde haber reparado por su belleza o por lo difícil, Moraga señala que "los más difíciles son los relojes grandes, esos de pared, esos que tienen las campanadas. Ese me costaba porque tiene muchas cosas, tienen que quedar exactas las campanadas y la hora. Muchas veces se pasaban 5 minutos o 10 minutos, entonces había que tener mucha rigurosidad".

Moraga dice que los relojes con cronómetro que también tiene su complejidad. Sin embargo "eso era antes, porque con la llegada de la Zofri se acaban esos relojitos. Esto ya hace más de 30 años, cuando la Zofri llegó a La Puntilla. Ahí empezaron todos a usar reloj, antes era más el hombre que la mujer".

Cambio de local

En la ocasión, Luis Moraga contó que lleva 7 años en su nuevo local, ubicado en Latorre entre Vivar y Barros Arana, donde continúa su labor y entre risas asegura que "mucha gente me espera y si le preguntan a un colega le dicen: no si ya se fue a Santiago. Y me dicen sus colegas son malos y yo les digo es pura envidia no más. Nací acá y acá me muero".

Respecto a su clientela, expresa que ésta se mantiene, pese a que muchos ya se han ido, "siguen los hijos, los nietos que vienen a verme. Vienen por los consejos que les daba sus papas".

Consultado sobre si él es el relojero más antiguo, señala con humildad "soy el más antiguo. Cuando me muera seguirán los otros, pero ahora soy el relojero más antiguo de Iquique".

"Cuando era cabro, salí de la escuela y repetí de curso y mi taita me dijo 'este es burro' así que tiene que trabajar y tuve que salir a buscar pega.

"La llegada de la Zofri se acaban esos relojitos. Esto ya hace más de 30 años, cuando la Zofri llegó a La Puntilla. Ahí empezaron todos a usar..."