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La ancestral labor que aymaras transforman en emprendimiento

Mujeres oriundas de Colchane actualizaron la antigua labor del telar andino y la convirtieron en un lucrativo trabajo que permitió criar a sus hijos, ayudar a sus familias y, con sus ruanas y chales, ofrecen opciones de moda femenina.
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Naguib Danilla Segovia

"Alos siete años uno empieza a ver el tema de la lana, el hilado que es el proceso por el que se empieza. Después tu mamá te enseña a cómo tejer unos cintillos y así se comienza".

Así relata Elizabeth Choque Mamani (36), oriunda de Colchane ubicado al interior de la región de Tarapacá, sobre la forma en que tuvo su primer contacto con la antigua tradición de la confección del telar andino.

Ella luce orgullosa toda la herencia aymara que posee, tímida pero con sus convicciones y tradiciones claras, transformó a la ancestral labor en un modelo de negocio que, por siete años, lleva el sustento a su familia compuesta por ella y sus tres hijos, además de ayudar a otras artesanas que presentaban escasas ventas de sus productos.

"Yo estudie comercio exterior, pero vi que mi mamá seguía haciendo telares andinos y no vendía mucho. Entonces yo me percate de la necesidad de las artesanas de querer vender más y ahí yo quise que se gestionara mejor la comercialización de los productos aymaras", señala.

Cuenta que en ese momento se le ocurrió fundar la asociación "Flor del Tamarugal", agrupación que reunió a artesanas aymaras con el fin de mejorar la calidad de los productos artesanales y gestionar mejores ventas.

De esa forma, Choque Mamani logró que los tradicionales telares hechos con lana de alpaca se puedan comercializar en Santiago y en varias ferias a lo largo de todo Chile.

"Fuimos dándole mayor realce al producto artesanal y las artesanas del grupo se dieron cuenta que no había que dejar de lado estas técnicas. Vieron que esto si era rentable y se podía vivir de esto", asegura.

A la moda

La artesana afirma que hay que estar pendiente de lo que se viene, por lo mismo actualizó todos sus productos a las últimas tendencias de la moda, fabricando ruanas y chales con distintos diseños y coloridos con nuevas maneras de hilación.

"Antiguamente tejíamos en el suelo con el telar de cuatro estacas y solo se hacían aguayos o fajas. Hoy se ocupan los telares a pedales, donde se pueden hacer una mayor variedad de confecciones más dóciles y más suaves", explica.

Colores

Una historia similar es la que tiene Albina Choque Challapa (53), originaria de un pequeño pueblo a cinco kilómetros de Colchane llamado Central Citani, quien desde los cinco años fabrica telares de dos y cuatro pedales.

Ella en su confección, a diferencia de otras colegas artesanas, procura que no se pierdan los colores tradicionales de la cultura aymara.

"Estos colores son de origen natural. Los sacamos de vegetales y hacemos diseños como los arcoiris con todo el gran significado que tienen para nosotros", dice Choque Challapa sobre los tonos que dan vida a la Whipala, nombre con el cual es conocida la bandera del pueblo aymara.

En el 2014 la artesana recibió el sello de excelencia otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, reconocimiento que le sirvió a esta señora para valorizar sus productos.

"Los que más llevan son los chales a dos pedales que se pueden encontrar desde los $26 mil pesos, dependiendo del diseño", puntualiza.