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La escuela de Sibaya: donde las dificultades y el aislamiento no son un pretexto

Directora del establecimiento cuenta cuál es la fórmula que les permitió lograr los mejores resultados de la región en la última prueba Simce.
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Davied Jaime Godoy

Cada lunes cantan el himno nacional en español y en lengua aimara. Son los 39 estudiantes de la escuela G-107 de Sibaya, pueblo ubicado a 163 kilómetros al noreste de Iquique, al interior de Huara, donde sus tres profesoras hacen lo imposible para entregarles una educación de calidad.

Aunque todos sus estudiantes son vulnerables, solo tienen electricidad en el colegio, lugar donde pasan la mayor parte del día. En la tarde ayudan a sus padres en sus siembras, pero se dan el lujo de tener los mejores resultados en la última prueba Simce, luchando codo a codo con los mejores colegios de Tarapacá.

Y pese al aislamiento y a sus dificultades toman con orgullo y seriedad sus resultados académicos, y cada año se esfuerzan por superarlos y prepararse para cuando tengan que emigrar a Huara o Colchane a continuar sus estudios.

"Quiero ser profesora, por eso estudio y me gusta ir a la escuela, me entretengo", asegura María Inés Castro (11), quien confiesa que cuando llega a su casa tras la escuela, le gusta leer cuentos de princesas.

Los padres de María Inés como los del 90% de los estudiantes de la escuela D-160 son extranjeros, emigraron de Bolivia y Perú y se radicaron en Sibaya para dedicarse a la agricultura, donde se hacen cargo de las chacras, sectores agrícolas de menos de media hectárea, que arriendan por $200 mil al año.

Sibaya, nombre en aimara que significa "Pueblo de los vientos", se encuentra en la quebrada de Tarapacá a 2.600 m.s.n.m y sus cultivos son principalmente de maíz, hortalizas y verduras como la acelga, cilantro, ajo y cebollín. Una agricultura de subsistencia y de cultivos en terrazas.

En el caso de Sara Vásquez Challapa (10), quien cursa quinto básico, le gustan más las matemáticas, las multiplicaciones, divisiones, pero también le encanta jugar en la chacra de su padre. "Me gusta ayudar a mi papá, él me deja acompañarlo, pero antes tengo que estudiar y hacer mis tareas".

Sara tiene más hermanos, dos viven con ella y los otros en Colchane y Alto Hospicio, donde estudian. Está al cuidado de su abuela. "Ella me incentiva a estudiar, cuando termino mis tareas me deja ir a jugar, pero antes debo terminarlas".

Claves para el simce

La niña es una de las estudiantes a quien le tocó rendir el Simce de cuarto básico del año pasado, cuyos resultados fueron de 302 en Matemáticas y 315 en Lectura, que superan a los principales establecimientos privados de la región, solo abajo el colegio Lirima que lo superó por 10 puntos en matemáticas. Pero su rendimiento también se mantiene en los mismos niveles en segundo básico con 64 puntos por sobre el promedio nacional y en sexto básico donde destaca su puntaje en matemáticas.

Según la profesora Ingrid Álvarez, quien además es la directora de la escuela G-107, las claves están en el refuerzo de la comprensión lectora, como base para todo.

"Nosotros nos dedicamos a hacer la lectoescritura, donde en segundo básico la aplicamos fuertemente, con textos de cuatro líneas e interrogaciones al momento, es simple al principio pero uno cada vez les pone más dificultades. La comprensión lectora después le sirve para todo, ya que hasta para resolver un problema matemático muchas veces se les complica si no la manejan".

Realidad diferente

Pero todo es distinto en el pueblo de Sibaya, no solo por lo apartado del lugar y una geografía que hace que el camino para llegar sea mucho más largo que la distancia en kilómetros por las dificultades que se presentan en el trayecto. Además, gran parte de sus estudiantes vienen de pueblos cercanos como Achacagua y Limaxiña, y deben estar una hora antes de la entrada al colegio para tomar un micro que los lleva a la escuela.

Pese a todo, Ingrid Álvarez destaca que los niños no tienen grandes distracciones, "a diferencia de la ciudad, como la televisión, los juegos electrónicos y en el caso de Internet es guiada por los profesores".

Sin embargo, los niños se las arreglan para divertirse. El fútbol es su principal pasatiempo y los jugadores de la selección chilena sus ídolos, como es el caso de José Quilo Mamani (11), quien juega junto a sus tres hermanos por las laderas de la quebrada. "Jorge Vargas es mi ídolo, aunque me gustan todos los jugadores de la selección chilena", confiesa José, de padres bolivianos, pero que al igual que sus hermanos menores nacieron en Sibaya.

Finalmente la directora del establecimiento destaca que el profesor es fundamental para conseguir resultados.

"Hay profesores que tienen vocación y otros que no, unos van por cumplir, pero uno tiene que buscar la manera para entusiasmarlos", confiesa Ingrid Álvarez, quien teme que con la entrega de terrenos en Alto Hospicio muchos de los niños emigren con sus padres el próximo año.

"Me gusta acompañar a mi papá (a la chacra), él me deja acompañarlo, pero antes tengo que estudiar y hacer mis tareas".

Sara Vásquez Challapa, alumna de la escuela G-107.