La reintroducción del zancudo o mosquito Aedes Aegypti a Chile Continental, luego de 50 años de estar libre de su presencia, es una pésima noticia en lo que respecta al patrimonio sanitario del país. Sus consecuencias son inciertas pues, de no ser efectivamente controlado, al cabo de dos años o menos, la aparición de enfermedades de tipo vectorial será una realidad, poniendo a prueba nuestro espíritu y la respuesta sanitaria con que deberá enfrentarse.
Dicha respuesta contendrá como mínimo actividades como la eliminación de los sitios de cría del mosquito (reales o potenciales), la educación para la protección de susceptibles, personal sanitario adiestrado en el reconocimiento temprano de los signos clínicos de las enfermedades que transmite (Dengue, Chikungunya, Zika y Fiebre amarilla), una buena comunicación de riesgos de manera de educar a la población y mantenerla al tanto de la evolución de los hechos, en especial en estos tiempos de crispación e incertidumbre pero, de forma prioritaria, una real participación comunitaria que permita involucrar de forma integral a la población, autoridades nacionales y locales, instituciones y, a los sectores público y privado, en los programas y acciones de salud, traduciéndose en un compromiso e identificación con un fin social, es decir, que no tenga un sentido simplista con respuestas aisladas a la convocatoria, por el contrario, hacer referencia a un proceso en donde el individuo y la población se transforman en un sujetos protagónicos, capaces de incidir en la prevención de enfermedades, la reconstrucción del espacio, la transformación del entorno y la problemática cotidiana, a través de alternativas que promuevan limitar reinfestaciones, brotes y minimizar las consecuencias sanitarias de una enfermedad.
Por ahora en la región, a conocer y reconocer el vector pues nadie previene un riesgo que no conoce y, el mosquito está cerca.
Ximena Muñoz Urbina,
magíster en Salud Pública