La tejedora que personaliza sus obras en 4 estacas
Marta Mamani, quien además cuida la granja de la municipalidad de Huara, es capaz de armar cualquier diseño en el tradicional telar de la cultura aymara, lo que hace en sus tiempos libres.
"Esto lo hago de memoria, voy sacando la cuenta mental y comienzan a aparecer los diseños", asegura Marta Mamani, oriunda de Mauque en la comuna de Colchane, sobre sus tejidos en el tradicional telar de cuatro estacas que tiene instalado en el patio de su casa en Huara.
Marta junto a su esposo viven en la granja municipal, donde se encargan de los animales y atienden a los visitantes que vienen de distintas partes de la región y del país. Si bien llegó en la antigua administración edilicia, la del fallecido alcalde Felipe Rocha, se ha mantenido trabajando en el lugar y con gran esmero cada día, cuando aún no sale el sol, se preocupa de mantener aseado el lugar y a los animales contentos.
Pero su verdadera pasión son los tejidos y se las ingenia para darse los tiempos en lo que asegura, "me sirve de relajo, aunque mis hijos a veces no entienden que me guste hacerlo", comenta la madre de cinco hijos.
Marta salió muy joven de su hogar. A los 11 años llegó a Chiapa para trabajar sembrando la tierra, sin embargo las condiciones no eran las mejores y a los cuatro años decide volver a Mauque, donde aprendió el cultivo de la quinua y a bordar en manos de su abuela Justina Flores.
"Para esto hay que tener un talento especial, no se da en todos, por ejemplo de mis hermanas fui la única que aprendí", dice Marta, quien se mantienen con los principios básicos del bordado y nunca ha querido cambiarse al telar.
"Es más fácil pero no queda igual, acá el punto es más apretado y pese al paso del tiempo, el tejido no cambia", sostiene la oriunda de Mauque quien explica cómo transforma las tradicionales figuras en otras que se le va ocurriendo, incluso un cinturón que promociona a su actual comuna, tiene entre los tejidos que ha realizado.
Pese a saber de la importancia de su conocimiento, el que ha sido traspasado por generaciones en el altiplano y que son muy pocas personas que aún lo realizan, es reticente a exhibir su trabajo, no por ocultarlo sino por no mostrarse haciéndolo. Sin embargo con el correr de la conversación toma confianza y coge un hueso de llama, que utiliza para separar los hilos, y muestra su trabajo, el que si bien no hace todo el día, implica gran dedicación ya que puede tardar hasta un mes en terminar una frazada.
Pese a que le gustaría, asegura que pocas veces puede tejer en lana natural de alpaca, casi siempre trabaja con material sintético, ya que es muy cara la lana natural, "cuesta 25 mil la madeja, por lo que no siempre hay plata para comprar la lana, aunque si me piden lo hago", explica.
Dentro de sus tejidos muestra una manta de dos metros que la vende en 100 mil pesos y destaca las cualidades que tienen en mantener el calor durante el invierno. Mientras hace esto, su esposo Excequiel Tocale, con quien se conoció en Huaviña donde vivió por varios años antes de llegar a Huara en el año 2007, le ayuda a mostrar cada una de las prendas.
Si bien su trabajo puede transformarse en un emprendimiento y encontrar un valor agregado en la tradicional forma en que lo ejecuta, Marta sostiene que le ha sido difícil obtener ayuda financiera para lograrlo.
"He postulado a los fondos de Sercotec y Fosis y la última vez, tras pasar por una serie de etapas incluidas capacitaciones, me dijeron que necesitaba tener 300 mil en mi cuenta en una semana, lo que no pude conseguir y desde ese entonces que no volví a postular", confiesa con resignación.