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La destreza para hacer florecer el desierto

Enrique Arroyo es un agricultor piqueño que ha usado la innovación para cosechar en el desierto más árido del mundo. Cuenta que los logros son gracias a su familia.
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Mariela Cabello Venegas

En medio de Matilla y Pica se encuentra la parcela Santa Julia. Su dueño es un entusiasta piqueño que cree en el orden, la planificación y la innovación a la hora de hacer florecer el desierto más árido del mundo, según él mismo cuenta orgulloso cuando muestra sus tierras.

Él es Enrique Arroyo, un piqueño con abuelo y tatarabuelo de Pica, pero de abuela alemana. "Las cosas siempre las he planificado desde chico y he sido muy ordenado, son muy pocas cosas que hago al lote. Y me ha ido bien. Ahora tengo tres hijos y ellos ya están listos para hacerse cargo de todo esto (la parcela)".

En su parcela, tiene cítricos como limones de Pica y tangelos, además de mangos y datileras. Su principal característica como agricultor es que ha sido pionero en utilizar la energía limpia y eficiente para criar sus plantaciones. "Yo tuve el primer sistema de riego por goteo en Chile, no en la Primera Región, sino en Chile. También en los paneles solares hemos sido pioneros, y en todo. En plantar el desierto más que nada".

Actualmente, lo que está plantando son datileras, frutos que se dan en el Medio Oriente, y que aprovechó de llevar una muestra a Israel, cuando viajó para conocer la agricultura del desierto. "Es un fruto espectacular y que ya estoy planeando poner una hectárea de datileras. Y ese es negocio redondo. Es un fruto muy rico y se puede ganar, entonces es bueno como negocio. En Israel no podían creer que aquí se puede cosechar mejor que la de ellos".

Las tierras

Desde niño quería tener una parcela, después de casarse con su esposa empezaron a planificar. "En ese tiempo pensamos en comprar parcelas en Pica, pero en Pica las parcelas se habían dividido tanto, que no me gustó. Las parcelas eran tan chicas que entraba un burro y quedaba la cola afuera".

Fue así que primero le dijo a sus padres, que aún estaban vivos, que quería tener un terreno. "Mi papá me dijo: 'hijo eso es mucha inversión'. Sí, le contesté, 'lo que pasa es que cuando jubile quiero tener otra entretención y otra entrada de dinero'. Entonces con mi señora partimos ahorrando".

En esa época, Enrique trabajaba en Corfo forestando la Pampa del Tamarugal, labor que realizó por 20 años y "al final quedé a cargo de la estación frutícola Esmeralda, tuve un año 8 meses a cargo de todo y un trabajador no más, y no tengo título, no tengo nada. Empezamos a ahorrar y como los sueldos eran buenísimos, no más o menos, cuando nos pagaban decíamos no te acabes Corfito. Entonces todo el esfuerzo de una familia está acá".

Sus rincones

Además del uso de energías limpias, su parcela tiene otra particularidad para quien la visite, pues al recorrerla, uno se encuentra con rincones pintorescos que le dan vida.

Así uno puede encontrarse con grandes jaulas donde viven algunas aves, o la simulación de una habitación con muebles de fierro antiguos, incluyendo la cuna que ocuparon todos sus hijos al nacer. "Mire, tengo hasta el autito con el que jugaban y traté de recrear un pequeño museo".

También, su parcela está llena de carteles con mensajes e información acerca de qué tipo de riego es usado, y cuáles fueron las etapas para pasar a uno tecnificado.

"Aquí tengo un árbol con botellas colgadas, porque hago lo que se me ocurre en la cabeza y creo que se vería bien. Así como un árbol genealógico, con el nombre de mis abuelos, mis hijos, mis nietos. Todo va quedando registrado en este árbol".

Al respecto señala que en su parcela todo es desecho: "Yo todo lo ocupo, no lo quemo ni lo vendo para las panaderías. Ocupo las ramas, los troncos de los árboles, no perdemos nada y eso debieran imitarlo".

"Yo tuve el primer sistema de riego por goteo en Chile".

Enrique Arroyo, dueño de la parcela "Santa Julia", sobre su uso de agua en la agricultura.

La destreza para hacer florecer el desierto

Enrique Arroyo es un agricultor piqueño que ha usado la innovación para cosechar en el desierto más árido del mundo. Cuenta que los logros son gracias a su familia.
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Mariela Cabello Venegas

En medio de Matilla y Pica se encuentra la parcela Santa Julia. Su dueño es un entusiasta piqueño que cree en el orden, la planificación y la innovación a la hora de hacer florecer el desierto más árido del mundo, según él mismo cuenta orgulloso cuando muestra sus tierras.

Él es Enrique Arroyo, un piqueño con abuelo y tatarabuelo de Pica, pero de abuela alemana. "Las cosas siempre las he planificado desde chico y he sido muy ordenado, son muy pocas cosas que hago al lote. Y me ha ido bien. Ahora tengo tres hijos y ellos ya están listos para hacerse cargo de todo esto (la parcela)".

En su parcela, tiene cítricos como limones de Pica y tangelos, además de mangos y datileras. Su principal característica como agricultor es que ha sido pionero en utilizar la energía limpia y eficiente para criar sus plantaciones. "Yo tuve el primer sistema de riego por goteo en Chile, no en la Primera Región, sino en Chile. También en los paneles solares hemos sido pioneros, y en todo. En plantar el desierto más que nada".

Actualmente, lo que está plantando son datileras, frutos que se dan en el Medio Oriente, y que aprovechó de llevar una muestra a Israel, cuando viajó para conocer la agricultura del desierto. "Es un fruto espectacular y que ya estoy planeando poner una hectárea de datileras. Y ese es negocio redondo. Es un fruto muy rico y se puede ganar, entonces es bueno como negocio. En Israel no podían creer que aquí se puede cosechar mejor que la de ellos".

Las tierras

Desde niño quería tener una parcela, después de casarse con su esposa empezaron a planificar. "En ese tiempo pensamos en comprar parcelas en Pica, pero en Pica las parcelas se habían dividido tanto, que no me gustó. Las parcelas eran tan chicas que entraba un burro y quedaba la cola afuera".

Fue así que primero le dijo a sus padres, que aún estaban vivos, que quería tener un terreno. "Mi papá me dijo: 'hijo eso es mucha inversión'. Sí, le contesté, 'lo que pasa es que cuando jubile quiero tener otra entretención y otra entrada de dinero'. Entonces con mi señora partimos ahorrando".

En esa época, Enrique trabajaba en Corfo forestando la Pampa del Tamarugal, labor que realizó por 20 años y "al final quedé a cargo de la estación frutícola Esmeralda, tuve un año 8 meses a cargo de todo y un trabajador no más, y no tengo título, no tengo nada. Empezamos a ahorrar y como los sueldos eran buenísimos, no más o menos, cuando nos pagaban decíamos no te acabes Corfito. Entonces todo el esfuerzo de una familia está acá".

Sus rincones

Además del uso de energías limpias, su parcela tiene otra particularidad para quien la visite, pues al recorrerla, uno se encuentra con rincones pintorescos que le dan vida.

Así uno puede encontrarse con grandes jaulas donde viven algunas aves, o la simulación de una habitación con muebles de fierro antiguos, incluyendo la cuna que ocuparon todos sus hijos al nacer. "Mire, tengo hasta el autito con el que jugaban y traté de recrear un pequeño museo".

También, su parcela está llena de carteles con mensajes e información acerca de qué tipo de riego es usado, y cuáles fueron las etapas para pasar a uno tecnificado.

"Aquí tengo un árbol con botellas colgadas, porque hago lo que se me ocurre en la cabeza y creo que se vería bien. Así como un árbol genealógico, con el nombre de mis abuelos, mis hijos, mis nietos. Todo va quedando registrado en este árbol".

Al respecto señala que en su parcela todo es desecho: "Yo todo lo ocupo, no lo quemo ni lo vendo para las panaderías. Ocupo las ramas, los troncos de los árboles, no perdemos nada y eso debieran imitarlo".

"Yo tuve el primer sistema de riego por goteo en Chile".

Enrique Arroyo, dueño de la parcela "Santa Julia", sobre su uso de agua en la agricultura.