De vuelta
Hoy empieza el camino de vuelta a casa. La Tirana, los peregrinos, los bailes, empiezan a armar sus maletas, y a meter donde quepa todo aquello que haya que traer de regreso. Es un día triste. Todas las despedidas lo son, más aun si se piensa que el reencuentro no está asegurado. Los bailes religiosos, en forma organizada, uno a uno, se despedirán. Algunos bailarines entregan sus trajes, y con ello, casi una vida.
La Tirana contra todo pronóstico ha sabido dialogar con el siglo XX, el más violento de todos los siglos, el más innovador, el más desafiante. No olvidemos que los profetas de la modernidad anunciaron el triunfo de la razón, el reinado de la luz y el fin de las tinieblas: ignorancia, superstición, es decir todo aquello que la diosa razón no alcanza a comprender. La Tirana ha sabido adaptar y re-significar todo aquello que le ha servido para innovar en sus prácticas religiosas. Prácticas en la que el cuerpo que canta y baila es el eje fundamental. La fiesta de La Tirana es un texto abierto que se puede leer de muchos modos. Posee una gramática que no fácil de desmenuzar. Pero siempre el verbo está donde debe estar. Y el pronombre que domina es el nosotros.
Fe, fiesta y feria son las tres "F" que la definen y sin la cual no es posible entenderla. Lugar de encuentro y de intercambios materiales y simbólicos, reactualización de relaciones personales. La comunidad, esa que cada día se nos pierde en el tráfago del consumismo, aparece en los campamentos, en las sedes sociales, en el ir y venir, por las calles de un pueblo que por fin tiene una calle con el nombre de Andrés Farías. La Tirana, sin embargo, no se deja apañar en un solo libro o en un solo documental. Quien crea sabérselas todas, comete un error. Y garrafal.
El día 17 marca el día del retorno, mejor dicho del eterno retorno. El año de celebraciones recién empieza. Ahora viene La Tirana chica, ojalá todos en la plaza Arica, como dicta la tradición que cada día se renueva.
"La Tirana ha sabido adaptar y re-significar todo aquello que le ha servido para innovar en sus prácticas religiosas".
Bernardo Guerrero Jiménez, sociólogo.