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La "liga de la justicia" que lucha contra la epilepsia en Tarapacá

Los integrantes forman parte de talleres de huertos urbanos, bisutería y de instrumentos musicales andinos.
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Crismary Castillo Marengo

Mario Vildozo tiene nueve años y en sus ojos, el brillo que sale se mezcla con la pasión con la que interpreta en voz y guitarra la canción ícono de la banda chilena Los Jaivas, "Todos juntos".

"¿Para qué vivir tan separados? Si la tierra nos quiere juntar, si este mundo es uno y para todos, todos juntos vamos a vivir", se escucha en la sala de clases en coro ya que allí, otros niños están participando en el taller de música andina que ofrece desde hace varios meses la filial en Iquique de la Liga Chilena contra la Epilepsia, ubicada en Gorostiaga N° 451.

Ser grande

"Para mí tocar la guitarra es sentir que soy grande; esa es mi sensación ya que me veo que estoy en un concierto en vivo. Me encanta la música, sobre todo tocar vals y el huayno", describe Mario, quien añade que sus compañeros a veces son distraídos, pero juguetones y su profesor es muy bueno.

"Cuando sea más grande tocaré más canciones, más baladas", dice el pequeño.

Los nuevos músicos que acompañan a Mario son los niños Miguel Villanueva, Alejandro Ayca, Maximiliano Yáñez, Camila Cabrera, Byron Horna y Jason Orellana.

Todos ellos están en condición de epilepsias y en sus manos, llevan las ganas de poner de lado esta enfermedad y aprender canciones populares de la música chilena, así como tocar guitarra, zampoña, charango, flauta, bombo y otros instrumentos de percusión.

En la lucha

Debido a que existen muchas formas de crisis, y a que éstas se presentan, sobre todo, en la edad pediátrica, es más apropiado hablar de "epilepsias" y no de epilepsia.

Una epilepsia se entiende como la ocurrencia reiterada de crisis en un determinado periodo de tiempo, pero, ¿qué es un síndrome epiléptico? Se trata de un conjunto de signos y síntomas, dentro de los cuales está la epilepsia.

En medio de este diagnóstico, los niños que están en el taller se muestran concentrados en aprender y en mostrar a su entorno familiar lo aprendido en estos meses.

Miguel Villanueva tiene ocho años y es, en tamaño, uno de los más pequeños dentro del grupo. Su estatura no describe la gran emoción que siente cuando llega desde Alto Hospicio cada sábado a las 16 horas a la sede.

"Me siento muy bien en las clases y también me gusta jugar a las escondidas. En cuanto llegue a mi casa le cantaré a mi papá 'Un gorro de lana'", cuenta el joven y se escabulle entre las sillas para seguir las indicaciones del profesor.

Eduardo Rojas es el encargado de guiar a los niños en el aprendizaje de los instrumentos. "Ellos comenzaron desde cero y muy entusiasmados. Este es un proyecto para que ellos aprendan a tener habilidades tanto emocionales como artísticas", describe el músico.

Según manifiesta Rojas, los niños tomaron como norte aprender a tocar guitarra. "Tenemos otros instrumentos pero ellos se interesaron más por la guitarra y esto es muy positivo y emocionante porque la guitarra es lo básico de la música para que después todo se le haga más fácil", dice.

Nuevas habilidades

El entusiasmo y las ganas de superarse es el ingrediente principal de las clases. "Ellos han mejorado su capacidad para comunicarse y es un gran logro que vivimos aquí y también con sus familias", refiere.

Por otro lado, están los participantes del taller de La hidroponía o agricultura hidropónica; un método utilizado para cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola.

María Portales es profesora jubilada de castellano y, a sus 72 años, la ilusión de sembrar en su ante jardín lechugas, cebollines, cilantro y perejil la anima a seguir asistiendo a este taller.

"Uno nunca termina de aprender y también quiero transmitir estos conocimientos a mi hijo. Él tiene otros intereses, pero estaría bien poder enseñarle", adelanta.

Raúl Navarro también es participante del curso y se interesó en aprender porque le gusta la naturaleza.

"Nos enseña sobre cómo sembrar una semilla y que de un cultivo dé muchos frutos. Nos han explicado todos estos procesos y el conocimiento que nos brindan es muy completo", comenta.

Ian Gómez se enteró del taller viendo un afiche en el hospital. "Después de esto espero intentar sembrar en mi casa y enseñarle a mi hermano menor. Recién voy comenzando y el aprendizaje es bastante rápido", revela.

Lo anterior es reiterado por el instructor del taller. "La información que les entregamos se hace de forma lúdica. La idea es que con ejemplos cotidianos los participantes vayan aprendiendo las técnicas para sembrar frutas u hortalizas en sus casas y también enseñarle a su familia", comenta el ingeniero agrónomo José Luis González, quien dicta el curso que es financiado por la empresa minera Teck Quebrada Blanca.

"Iniciamos con el taller de música andina y además estamos con el taller de bisutería en el cual los participantes buscan aprender a elaborar joyas de fantasía", añade Blanca Palma, presidenta de la filial Iquique de la Liga Chilena contra la Epilepsia.

Según describe, tanto el curso de hidroponía como el de bisutería se ofrecen como una forma de sembrar la semilla del emprendimiento entre las personas que están en condición de epilepsia y que ayude a las familias a generar recursos y que por lo tanto, le aporten a mejorar sus condiciones de vida.

Todas las actividades se realizarán en su sede, ubicada en calle Gorostiaga 451 y son brindada de forma gratuita a pacientes y familiares. Para mayor información la sede abre a partir de las 16 horas de lunes a viernes.

"Para mí tocar la guitarra es sentir que soy grande; esa es mi sensación...".

Mario Vildozo,, participante del taller de música andina."

"La idea es que con ejemplos cotidianos los participantes vayan aprendiendo".

José Luis González,, ingeniero agrónomo, sobre el taller de hidroponía."