El reto de lavar dos toneladas de ropa diaria en el hospital
La lavandería de este establecimiento ocupa mil kilos de productos químicos para esta labor al mes. Su personal también diseña y confecciona prendas.
Son las ocho de la mañana y las primeras cargas de ropa sucia comienzan a llegar. Raúl Guerrero, al igual que hace 26 años, espera que le entreguen las prendas separadas según el tipo de suciedad para luego insertarlas en aquellas máquinas que harán parte de la magia para dejarlas limpias.
Y es que no se trata de una lavandería cualquiera que se haga cargo de unos cuantos kilos de prendas domésticas, sino de la perteneciente al hospital de Iquique la cual recibe hasta dos toneladas de ropa al día y con manchas que muchos creerían que son imposibles de sacar.
Mientras observa las cuatro lavadoras que recientemente se adquirieron para reemplazar aquellas que habían cumplido 22 años de uso, explica que trabajar en este subdepartamento del hospital no es sencillo ya que el proceso de lavado no es como el que uno hace en casa. Esto salta a la vista al observar que para cada labor se cuenta con un ambiente independiente y personal específico uniformado.
Las más de dos mil sábanas sumadas a cientos de delantales, frazadas, camisones y otras prendas que se reciben por día, son ingresadas a las nuevas lavadoras con capacidad de 90 kilos. En estas, el detergente enzimático, suavizante, cloro y desengrasante comienzan a hacer su trabajo junto al agua que está a una temperatura de 85 grados, pues solo así se logra la desinfección.
Transcurren dos horas, y una luz alerta que la ropa ya esta lista. El siguiente grupo de trabajo, al otro lado de la sala de lavado, se encarga de retirarla y llevarla a las secadoras de donde luego pasa al ambiente de planchado y doblado para finalmente ubicarla en las bodegas, a la espera de ser requerida por algún servicio.
"La ropa más difícil de lavar es la alta (en machas) ya que si me descuido o echo mal el detergente, me va a salir mal el lavado y me la devuelven", asegura Guerrero.
El reciente cambio de lavadoras ha significado para el personal un alivio físico ya que hasta hace unos meses debían cerrar manualmente las llaves de paso del agua a las máquinas, algo que ahora los nuevos equipos lo hacen automáticamente. Algo similar ocurre con la forma en que se deben agregar los químicos porque "antes nosotros echábamos todo y las máquinas comenzaban a rebalsarse y había perdida de detergente, entonces teníamos que agregar uno por uno, pero ahora echamos todo junto y no hay problema", comenta.
Guerrero se queda en su área familiarizándose con las nuevas máquinas, mientras que, del otro lado, dos jóvenes comienzan a retirar la ropa seca.
En paralelo, otras cuatro personas doblan las sábanas limpias bajo la atenta mirada del jefe de este subdepartamento, Freddy Castillo, quien cuenta que para las miles de prendas que están sobre las mesas y bodegas emplean alrededor de mil kilos de detergente, cloro, suavizante y desengrasante mensualmente.
"Uno de los problemas que tienen todas las lavanderías hospitalarias es el uso del jabón de cloricerina que reacciona con los químicos en el proceso de lavado y deja la ropa con una mancha amarilla, ese jabón lo usan en los pabellones", detalla al afirmar que esta supera a la que produce la sangre que, a diferencia de lo que se pueda creer, sí desaparece.
Si bien son dos toneladas de ropa hospitalaria que se lavan a diario, en este establecimiento existe al rededor de ocho toneladas de distintas prendas lo cual permite que aquellas que se lavan puedan "descansar" y no tengan que se empleadas de inmediato. "Por lo general la ropa dura alrededor de tres meses ", agrega.
Nueva tecnología
Junto a las cuatro nuevas lavadoras de 90 kilos, también se sumó una de 25 kilos, dos secadoras de 50 kilos, además de 18 carros para ropa limpia, 80 para prendas sucias y 12 para descarga de ropa lavada. Asimismo se adquirió una báscula y se realizó la estabilización de las conexiones eléctricas, todo esto con una inversión de 347 millones de pesos.
"Las otras máquinas inyectaban vapor para calentar el agua, en cambio estas no. Ya eliminamos la caldera porque estas máquinas tienen resistencia que van calentando directamente", puntualiza al remarcar que esta modernización también implica una reducción de costos ya que para mantener las calderas encendidas generaban gastos por alrededor de ocho millones de pesos mensuales.
Al observar la gran cantidad de ropa y consultar el detalle de su procedencia, Castillo revela que no solo reciben prendas de los 41 servicios del establecimiento regional sino también del hospital Héctor Reyno de Alto Hospicio y la cárcel de menores de Iquique. Pero eso no es todo ya que en ocasiones atienden los requerimientos del hogar de ancianos Padre Machado, Clínica Iquique, hogares de invierno, así como la ropa que se emplea en operativos médicos de rotarios y del hospital militar.
Mientras detalla esto, en otro ambiente se aprecian tres máquinas de coser con las cuales no solo zurcen aquellas sábanas, batas o camisones que se dañan, sino que también se confeccionan prendas.
En este taller de costura el personal diseña y cose todas aquellas prendas que requiera el personal médico para determinados procedimientos, algo que -según dice Castillo- también les permite ahorrar y poder disponer de fondos para renovar e incrementar la ropa hospitalaria.
Esta labor desconocida por la mayoría concluye a las ocho de la noche y se repite cada día de la semana y es que sin esta no se podría disponer de toda aquella ropa necesaria para atender a los pacientes.
"Si me descuido o echo mal el detergente me va a salir mal el lavado".
Raúl Guerrero,, trabajador con 26 años en la lavandería del hospital."
"Ya eliminamos la caldera porque estas máquinas tienen resistencia".
Freddy Castillo, jefe del subdepartamento de lavandería sobre nuevas máquinas."