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Cuando se van agotando las opciones

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Nadie quiso acompañarme esa tarde.

Empecé a caminar las 30 ó 40 cuadras que separaban la casa de mis abuelos del Estadio Nacional, apenas terminado el almuerzo. Era una tarde calurosa de marzo de 1977 -último día de vacaciones de verano-, que se fue enfriando poco a poco, y terminó en una noche muy templada.

Tal vez el gol de JJ Muñante para Perú, al minuto 25 del segundo tiempo, ayudó a calmar la temperatura ese domingo. El tanto peruano fue en el arco sur. Ahí, frente a donde estaba sentado desde muy temprano. Fui con mucho tiempo y encontré el recinto repleto. Gente sentada en las escaleras, costumbre muy peligrosa de la época, complicaba la búsqueda de un lugar en los tablones.

Llegué hasta el final y, pidiendo permiso, logré sentarme y esperar, pacientemente, que los equipos entraran al campo. No recuerdo que lo hayan hecho juntos; sí me parece haber escuchado al Orfeón de Carabineros, interpretando los himnos.

Es inolvidable el gol de Sergio Ahumada en el arco sur, a tres minutos del final del primer tiempo. Cuatro años atrás, en ese mismo arco, Ahumada sacó patente de ídolo con el gol que nos llevó a desempatar frente a los peruanos, en Montevideo.

Esa vez logramos pasajes para Alemania 74. El 78 no llegamos a Argentina, producto del gol de Muñante y dos más en Lima.

Fue ese del 77 mi primer partido en directo de una eliminatoria a la Copa del Mundo. Antes, escuché pegado a la radio la eliminación a México 70, a manos de los uruguayos, y seguí en un Antu (instalado en el lobby del Hotel Antofagasta) la clasificatoria a Alemania.

Desde entonces, no me he perdido eliminatoria. Sigo a la Selección, en vivo y en directo, todas las veces que puedo.

Este martes estaré volando de regreso a Chile, cuando salgan a la cancha chilenos y peruanos. El resultado lo sabré la mañana siguiente. Tras el dolor de los últimos tres partidos, no parece haber opciones. Sumar de a tres es lo que nos permitirá recuperar la ilusión, subir la autoestima y aspirar a Rusia. ¿Se puede? Por supuesto que sí. Pero hay que hacer un ajuste profundo y sincero. No bastan las palabras de buena crianza y los discursos pausados; el reclamo permanente a terceros; o caer en la depresión que nada suma; ni idear la profecía auto cumplida, que tanto nos gusta y creer que el pasado juega y nos ayuda a ganar. Hay que trabajar y hablar menos; hay que estudiar y no intuir; hay que usar la tecnología y no sólo lo aprendido en la cancha. Hay que apelar a agregar a los buenos jugadores que tenemos, una cuota extra de garra y pasión, pues, de otra manera, no lograremos el objetivo.

En el 77, ninguno de mis hermanos ni amigos me quiso acompañar y fui solo (con entrada en galería, comparada tres días antes, tras una larga fila). Siento que esta vez puede ser similar la situación.

Por suerte, al no estar en Chile, me evito invitar, pues sería muy doloroso sentir que empezamos a dar la espalda a quienes nos han dado tantas alegrías. Al menos yo, no lo haré. Pase lo que pase el martes y en los partidos siguientes, nunca olvidaré como nos hicieron saltar de los asientos estos muchachos. Eso lo tengo grabado.

*Ex presidente de la ANFP y presidente de fundación Ganamos Todos, dedicada a conectar el deporte con el desarrollo de las personas, aportando a la prevención de la vida sedentaria y el sobrepeso, a través de la práctica deportiva. / www.ganamostodos.cl"

"¿Se puede? Por supuesto que sí, pero hay que hacer un ajuste profundo y sincero. No bastan las palabras de buena crianza"."