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Mes de la familia
Hermanos y hermanas: como obispo, al iniciar este mes de octubre, tiempo en que en nuestra patria, como Iglesia hacemos un alto para reflexionar acerca de la vida familiar, deseo animarles a vivir en cada una de nuestras comunidades y hogares este tiempo de oración y reflexión. Hoy por hoy, es la iglesia la que sin duda más aboga en el mundo a favor de la familia. Es en la revelación divina contenida en la Sagrada Escritura y en la tradición que siempre ha vivido.
Jesús nació y vivió en una familia aceptando todas sus características propias, dio así una excelsa dignidad a la institución familiar y en su predicación, del matrimonio. Es aquí donde la pareja humana encuentra su plena dignidad y la familia su solidez.
Hoy mirando nuestra realidad podemos decir que la familia está herida y en crisis. Muchos matrimonios disueltos, uniones de hecho sin mayor compromiso, madres solteras luchando solas pero con gran generosidad por el bien de sus hijos, abuelos haciéndose cargo de la crianza y formación de nietos, naciones que igualan al matrimonio y la familia, la unión entre hombres o mujeres. Esta es una realidad que no nos ha de dejar indiferentes, pero que tampoco nos ha de llevar a la desesperanza. El problema más grande es que hoy pareciera que todo da lo mismo: Da lo mismo casarse o no, da lo mismo si hay divorcio o no, da lo mismo querer llamar matrimonio a cualquier clase de unión, da lo mismo si son dos o hombres o mujeres quienes desean formar familia, da lo mismo como se pueda llegar a tener un hijo, pero nosotros creemos que no todo da lo mismo.
Es aquí donde la Iglesia, todos nosotros los creyentes; hemos de colocar en alto la voz de Jesucristo, que es la voz de Dios, que nos viene a recordar lo que está escrito en el corazón humano pero que tantas veces queremos acallar.
Jesús dijo a la gente, "lo que Dios ha unido no lo separe el hombre". Quién duda que una mamá o un papá solo puede dar cariño a un hijo, que unos abuelos pueden cuidar muy bien de unos nietos, pero todo hijo sabe en lo profundo de su ser, lo importante que es un hogar donde haya un papá, una mamá y unos hermanos con quienes jugar, crecer, compartir, pelear, aprender. Es necesaria la presencia de un hombre y una mujer, de su complementariedad para aprender a ser de verdad persona.
Celebremos este mes dedicado a la Familia, agradezcamos el tesoro que en ellas tenemos y prometamos cuidarlas y a la vez proclamar la necesidad que tiene nuestra sociedad de contar con familias sanas y fuertes.
"Hoy podemos decir que la familia está herida y en crisis".
Guillermo Vera,, obispo Diócesis de Iquique."