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El genio y creador de la viña de Canchones

La desconocida historia de Heinrich Froelich, el precursor de las viñas en el sector de La Huayca.
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Por Horacio Larraín - (Ph.D.), antropólogo cultural

El 8 de octubre de 1966 moría en Santiago de Chile víctima de una insuficiencia cardíaca, el notable genio creador de la primera viña plantada en la Pampa del Tamarugal en 1929. Heinrich Froehlich Ludowieg, "Don Enrique", había nacido en la ciudad alemana de Eisenach en 1902, y poco después del término de la Primera Guerra Mundial, en 1922, partía al lejano Chile dejando atrás un país asolado.

Soltero audaz y con algunos conocimientos de química y agricultura, huía del desconcierto, del dolor de tantas familias cercanas a él y del caos, buscando nuevos horizontes.

Llega directamente a Iquique. Alguien le ha aconsejado venir a asentarse en Tarapacá, tierra de promisión, la tierra del salitre y el guano. Seguramente, Heinrich había oído hablar en Alemania de este notable abono natural (el nitrato de sodio) que por decenios inundó profusamente de propaganda los mercados alemanes y europeos.

Una vez en Iquique, traba relación de negocios y amistad con otro alemán, Peter Müffeler, quien por entonces regentaba una casa comercial dedicada a la importación de automóviles y repuestos.

Es el año 1923. Müffeler viaja en su automóvil con alguna frecuencia a Pica, donde conocerá pronto a su futura esposa, la hija del único médico del pueblo el Dr. Juan Marques. A su paso obligado por La Huayca, por caminos de tierra que hoy consideraríamos intransitables, ambos toman conocimiento directo del sistema agrícola de los "canchones", que florecían a orilla de carretera y producían verduras, forraje y frutos como sandías y melones.

Según el escritor Domingo Santa María, que lo entrevista a mediados de 1953, su interés primerizo en esta zona fue criar gallinas, aprovechando la posibilidad de cultivar pasto (alfalfa) y otras semillas a muy bajo costo, utilizando el alto nivel freático del agua subterránea que por entonces se hallaba a muy escasa profundidad.

Si las viñas se daban tan bien en la cercana localidad de Pica, desde tempranos tiempos coloniales, ¿por qué no podrían también darse con éxito en un clima de temperaturas más cambiantes entre el día y la noche, con elevadas temperaturas diurnas? Había que probar. Y Froehlich -no me queda duda alguna- convence a Müffeler para formar una sociedad en la que Froehlich pondría su trabajo y tenacidad, y Müffeler, el comerciante, el dinero para comprar la primeras cuatro hectáreas en el sitio llamado "Los Puquios", donde ya existían pozos y plantíos en "canchones".

A los pocos años, tras exitosas experiencias con gallinas, gansos y chiqueros de cerdos, deciden plantar vides. Las cepas, según la hija única de Heinrich, Eleonor Froehlich, consultada por nosotros en 1995, habrían sido traídas desde la zona de La Serena. En los inicios de 1929, cuando quien escribe daba sus primeros balbuceos, Froehlich empieza a plantar su viña, la que bautizará como "Froehliches Weinberg", expresión que en lengua alemana significa a la vez "Viña Feliz" y "Viña Froehlich".

Corfo

Froehlich no solo planta en forma entusiasta, también experimenta y lleva controles meteorológicos estrictos, registros de fechas de siembra, de tipos de abonos y semillas, sobre todo cuando la Corfo, hacia 1946, observando su notable éxito, le contratara en su predio de Canchones, frente a Los Puquios, para hacerse cargo de la "Estación Experimental Agrícola", una de las cinco que esta institución estatal abrirá con éxito a partir de 1943 para la investigación agrícola en diversos sectores del Tamarugal.

La Corfo, en esas décadas, estudia y analiza las potencialidades agrícolas de la pampa, tarea lamentablemente dejada de lado.

Hacia 1930, Froehlich considera que su situación económica se ha consolidado lo suficiente y piensa seriamente en contraer matrimonio. Ya no es tan joven. Cuando su futura esposa, Martha Bohm, llega por fin por la vía del Cabo de Hornos desde Golzow, Alemania, en 1932 para constituir una familia, Heinrich ya tiene 30 años bien cumplidos. ¡Extrañamente, solo se habían conocido previamente por correspondencia! Una única hija. Eleonor alegrará este matrimonio al llegar al hogar pampino de Los Puquios en 1935.

Cuando la Corfo le confía la dirección de la Estación Experimental de Canchones, Froehlich acumula ya una experiencia de más de 20 años en la zona. Ha probado todo. Conoce como nadie las veleidades del clima pampino y de los vientos repentinos que levantan nubes de polvo salino.

Su rica experiencia induce a la Corfo a proponerle en 1956, partir a Antofagasta, a transformar esta vez los áridos suelos arenosos de "La Chimba", lugar donde crea, al poco tiempo, con el apoyo de ingenieros agrícolas especializados, un vergel que riega con novísimos sistemas de riego por aspersión. ¡Aquí no hay aguas subterráneas a escasa profundidad!.

En el invierno del año 1963, tuve yo mismo la gran suerte de conocer esta experiencia en la zona de "La Chimba", en mis recorridos por los sitios arqueológicos vecinos a la ciudad. La quebrada de "La Chimba" era uno de ellos.

Aquí probará nuevas variedades de claveles y experimentará con el aprovechamiento de la basura como abono: ¡todo un innovador tecnológico! Aquí, igualmente, ejercitará gustoso sus cualidades de músico al integrar como violinista la orquesta sinfónica.

Heinrich Froehlich, el genio creador de viñas pampinas, fallece el 8 de octubre de 1966 en Santiago, donde fue llevado de urgencia desde Antofagasta. El gobierno de Chile le concedió la Orden al Mérito en 1939 y, posteriormente, la ciudadanía por gracia y por sus notables méritos estando ya en los campos de "La Chimba" en Antofagasta.

Froehlich merecería tener, un monumento digno e imponente, en el sitio mismo de sus audaces y exitosas experiencias: en el corazón de la pampa del Tamarugal, en Canchones.