El controlador de tránsito aéreo más antiguo de América
Salvador Garfe, tras 55 años de trayectoria, tuvo su último día de trabajo la semana pasada. En el aeropuerto Chacalluta lo despidieron con honores.
El pasado 2 de diciembre, hace 74 años, nació en Quintero, Salvador Garfe. Aunque le gustaría algún día volver a sus tierras en la Quinta Región, su vida está arraigada en Arica, donde llegó en los años sesenta.
Allí se casó con "la negra", su amada Elvecia, con quien pronto cumplirá las bodas de oro. El amor por esta ariqueña lo hicieron volver a esta ciudad pese a haber vivido en Antofagasta, Isla de Pascua, Santiago, Balmaceda, Puerto Montt, Coyhaique, Punta Arenas y la Antártica.
Salvador realizó el 29 de noviembre su último turno. Como cada día, el pasado martes llegó a la torre de control del aeropuerto Chacalluta y por vez final, cumplió su labor como controlador de tránsito aéreo, trabajo que ejecutó por 55 años, convirtiéndose en el funcionario de este tipo más antiguo de América Latina. "Sin exagerar, creo que soy el más antiguo del mundo", explica entre risas.
El jefe de los aviones
Uno de sus hijos, cuando era niño lo llamaba "el jefe de los aviones". Era su manera de definir lo que hacía Salvador, que tiene que ver con vigilar el movimiento de las aeronaves, tanto en tierra como en aire.
El 1 de abril de 1961, culminó sus estudios como controlador de tránsito aéreo. Desde entonces, quedó alucinado con las rutas que se diseñan en el cielo para que un avión no choque con otro y comenzó su periplo por las distintas ciudades de Chile, donde pudo desempeñarse laboralmente.
"No es un trabajo cualquiera. Es demandante, exigente y hay que habilitarse constantemente mediante exámenes médicos y psicológicos", afirma.
Los 55 años en ejercicio como controlador fueron de alta demanda. "Tienes que estar completamente conectado y tener la capacidad de reaccionar muy rápido", asegura.
Esta característica, eso sí, no lo libró de sortear ciertos contratiempos, generalmente relacionados con fallas en una aeronave, que obligan a planificar aterrizajes de emergencia.
"En la época de la Junta de Adelanto venían muchos aviones con carga para las industrias y también se iban otros cargados. Recuerdo que una vez se incendió un avión en plena pista de aterrizaje. Por suerte la tripulación alcanzó a salir, pero fue un momento complejo", cuenta.
En muchos lugares tuvo la posibilidad de ejercer jefaturas. Sin embargo, nunca perdió su sencillez. Pese a ser estricto y exigente, sus compañeros de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) destacan el compañerismo y la solidaridad de este hombre.
El último día
El último turno de Salvador estuvo cargado de emociones. Dice que su despedida fue organizada por sus compañeros y él no se dio por enterado.
"Ese día me organizaron un desayuno y estuvo presente mi familia". Dos carros bomba tiraron chorros de agua mientras él pasaba en camioneta, recibiendo el aplauso agradecido de sus colegas.
El medio siglo de experiencias no basta para que este hombre se decida a descansar.
"He trabajado toda mi vida. Si no lo hago, me muero". Así, confiesa que pronto buscará un nuevo trabajo.
Por mientras, dice que pasará unos días arreglando el departamento que comparte con su "negra", irá a la playa y viajará a Tacna.
"Cualquiera pensaría que por trabajar con aviones pasamos volando, pero no es así", concluye.
"No es un trabajo cualquiera. Es demandante, exigente..."
Salvador Garfe,, controlador de tránsito aéreo"