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El salto de una panadería de los años '50 a la modernidad

"Palacios" incluyó un "filtro vivo" para reducir la contaminación que genera el uso de la leña.
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Evelin Aguilar Paniagua

La tradición que atesora la familia de Patricio Pérez al interior de la panadería "Palacios" es evidente. Un horno confeccionado en los años '50 con ladrillos refractarios siguen siendo la fórmula para la preparación de aquel pan que a diario llega a las mesas de los iquiqueños.

La receta también es esencial: harina, agua, levadura y sal son la mezcla para aquellos panes que, en sus más variados tipos, aún se niegan a tener como ingredientes al preservante y los aditivos que algunos usan para darle color.

Pero ello no lo es todo, afirma Pérez. La leña, insumo para la puesta en marcha del antiguo horno, es otro de los secretos para la preparación del pan, sin embargo, esta les ha jugado en contra a través del tiempo: los vecinos que llegaron a nuevas edificaciones donde se ubica la panadería comenzaron a quejarse por el humo.

La panadería se ubica en la calle Thompson, frente a Pensionados del hospital regional. Siempre estuvo allí y la tercera generación a cargo de esta aspira que siga funcionando en el mismo lugar. Este deseo embarcó a Pérez en una búsqueda de alternativas modernas para dar algún tipo de solución al problema.

Fue a través de internet que encontró información sobre "muros verdes", una técnica que usualmente se suele observar en edificios en Santiago, pero que en su caso tendría otra aplicación.

Hoy esta tecnología ya se hizo realidad en la panadería bajo el nombre de "filtro vivo". Al ingresar al inmueble y dirigirse al horno, una estructura metálica revestida de plantas y flores resalta a simple vista. Pérez dice que esta será la encargada de reducir la contaminación que genera la combustión de la leña y que afecta a los vecinos.

Se trata de un armazón de metal galvanizado, revestido con plástico y en cuyo interior lleva sustrato, es decir, una mezcla de fertilizantes, compost, y fibra de coco para ayudar a que las plantas se enraícen.

"Luego se coloca un sistema de riesgo automático dentro del 'filtro vivo' que está regulado para estas plantas y si se pasa tiene un recipiente conectado a una canaleta para desaguar", detalla Roberto Miqueles, gerente general de Hidroplant, empresa a cargo del proyecto.

Pero ¿cómo funciona finalmente? Al interior del filtro convencional de la panadería se coloca un extractor que traslada el humo por un enfriador que luego lo conduce hacia el sustrato de las plantas. Estas se alimentan del agente que es contaminante para las personas: monóxido de carbono.

Aunque al observar el "filtro vivo" se pensaría que son plantas de cualquier tipo, esto no es así.

Ser resistentes a suelos contaminados y de rápido crecimiento son requisitos fundamentales, por ello Miqueles cuenta que para este proyecto emplearon Sedum en tres variedades, Dólar Negro, hiedras trepadoras además de flores como Petunias, Rayito de Sol o Hiedra Cardenal. Todas estas se instalan es unos cascarones de plástico que permiten que se mantengan en el lugar.

Tras revelar el paso a paso del "filtro vivo", Miqueles confiesa que la inversión alcanza los $2 millones y medio, pero afirma que, según estudios realizados, reduce en un 85% la contaminación que produce la combustión de la leña.

La próxima semana esta tecnología tiene que entrar en marcha al 100% y el dueño de la panadería espera que con ello, los vecinos y el negocio puedan convivir en tranquilidad y continuar así con la tradición que inició su abuelo Alejandro Palacios.

"En el sustrato se pega el humo y las plantas sacan los nutrientes contaminantes y se alimentan de estos".

Roberto Miqueles,, gerente general de HidroPlant."