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COMENTARIO

La poesía obrera en 1907

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El 21 de diciembre se conmemoraron 109 años de la masacre ocurrida en la escuela Santa María de Iquique, donde murieron cientos de obreros de la pampa. Ese suceso impactó a la opinión pública del país, pero sobre todo a los propios obreros que trabajaban en las faenas del nitrato. En esa época uno de los medios de expresión más utilizados fue la poesía. A través de ella se expresaba la crítica social y la crítica política. Hubo a comienzo del siglo XX notables poetas que hicieron de este recurso literario una herramienta de denuncia, como Alejandro Escobar y Carvallo, quien escribió el largo poema La pampa esclava (1909). También Víctor Domingo Silva, premio nacional de literatura en 1954, con su poema Bajo el sol de la pampa (1905).

Los sucesos de Iquique no tardaron en transformarse en poesía. El poema más emblemático fue de Francisco Pezoa, Canto de Venganza, pero que se ha popularizado como Canto a la Pampa. Es un himno, con música de La Ausencia, que Pezoa lo dedica "en memoria de las víctimas de Iquique". Fue publicado en el periódico El Pueblo Obrero el 18 de abril de 1908. Aparecieron por esos días muchos otros poemas que expresaban un fuerte sentimiento de dolor, como el titulado Sin patria y sin bandera del obrero Arturo Segundo Encalada, aparecido también en El Pueblo Obrero el 16 de abril de 1908. En el diario La Reforma de Santiago, el 8 de febrero de 1908, se publicó un poema titulado Hoja de laurel, que irónicamente estaba dedicado al General Roberto Silva Renard. El autor es anónimo, sin embargo, Pedro Bravo-Elizondo en sus investigaciones descubrió que este poema fue creación de Luis Olea, vicepresidente del Comité de Huelga en diciembre de 1907.

Augusto Rojas Núñez, conocido como T.D. Monio y Juan Calceta, fue un narrador de las costumbres pampinas y poeta, según sus propias palabras fue "jefe de elaboración de salitre, jefe de pampa, de cateos, de tráfico, de población, etc"; es decir, llegó a los más altos cargos para un trabajador. En 1960, ya anciano, publicó en Santiago, a través de la Imprenta Astudillo, La Agonía del Salitre en la Pampa de Tarapacá, donde expone su visión sobre la industria del nitrato. Cuando joven, en 1908, escribió un largo poema llamado La Gran Huelga Pampina, que firmó solamente como "un pampino".

Posiblemente, las denuncias a través de la prensa, con poemas o crónicas de los sucesos de 1907, contribuyeron al cambio político que se vivió en Chile con Juan Luis Sanfuentes y Arturo Alessandri Palma. Me pregunto si la poesía obrera volverá algún día a ocupar ese espacio preferente entre los dedos creadores de los trabajadores de nuestro país.

"El poema más emblemático fue escrito por Francisco Pezoa".

Sergio González Miranda,, Premio Nacional de Historia 2014"