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Calle Ferrocarril: la tradicional vida junto a vagones y rieles

Esta antigua vía era paralela a la línea del tren, que pasaba a cuatro metros de las casas y en algunas a sólo a tres.
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Rodolfo Capino Valencia

Sus habitantes estaban acostumbrados a los trenes que pasaban todo el día con bocinas para anunciar su llegada y evitar accidentes. Pasaban durante el día, la noche y madrugada con ruido atronador que remecía las casas y a la larga las hacía perder estabilidad, porque la calle se ubica en una pendiente sobre una terraza de planicie litoral y sobre desechos del antiguo basural del Iquique de principios del siglo XX.

Es la historia de la calle Ferrocarril, cuyo origen se remonta a los inicios del siglo pasado, según datos obtenidos desde fuentes documentales, como el registro de propiedades existentes, como crónicas de prensa y la memoria oral de los vecinos.

Patricio Rivera, académico e investigador de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Arturo Prat, cuenta que el origen de esta calle está dado por la cercanía a los recintos del antiguo Ferrocarriles del Estado sobre instalaciones del más antiguo Ferrocarril Inglés. Esta antigua vía de Iquique es paralela a la línea del tren y pasaba a cuatro metros de las casas y en algunas a sólo tres metros.

A raíz de lo anterior es que en un sector había refuerzos de riel y piedra sobre murallones de soporte, tipo pircas, para el peso de las locomotoras y trenes diésel.

Patricio Rivera, quien creció en esta calle y se hace llamar "Coloraíno Mascarriel de calle Ferrocarril 1030", complementa que "la calle se nutría, como todo El Colorado de la Iglesia San Geraldo desde 1908 (hoy Perpetuo Socorro). De hecho uno de los primeros matrimonios celebrados fue el Patricio Rivera y Mercedes Mesías, mis abuelos paternos, que responde a una necesidad social y ésta se ubica en cercanía a la calle, dado que la calle comienza en el oriente cercana a los antiguos corrales de toros del Matadero Municipal (hoy población Santa María) y a una mira o señalización ferroviaria de paso y termina en pasaje Santiago por el poniente y en la entrada o puerta chica del antiguo ferrocarril".

A la entrada de El Colorado se edificó una casa usando un vagón de pasajeros que fue adaptado a casa, lo mismo ocurre en una casa de la estación de Ferrocarriles y resume la impronta ferroviaria. En general, las casas ligeras se fueron modernizando, pero aún es posible observar casas de madre. Entre ellas la última con vereda de madera, se trata de la casa de Ferrocarril 1030 que aún conserva vereda hecha de pino de oregón.

Alrededor del puente

El barrio de El Colorado en su identidad surge con Ferrocarriles con el puente ferroviario que data de 1927, el cual era más corto que el actual.

"En 1951 los recintos del Ferrocarril Inglés pasan a Ferrocarriles del Estado. Este puente ferroviario era el lugar de sociabilidad del barrio, los hombres y jóvenes se juntaban en el puente a comentar y hasta se quedaban algunos en él parados a metros de locomotoras que pasaban y dejaban caer carbón del ténder que los coloraínos recogían como insumos a cocinas y planchas a carbón", comenta el doctor en Didáctica de las Ciencias Sociales y la Historia.

Por esta calle también pasaban convoyes salitreros de muchos carros cargados de salitre en el clásico cargamento de triángulo del mineral no metálico sobre ellos y eran conducidos por las grandes locomotoras Beyer-Garratt que los ferroviarios llamaba "la garrat" y las locomotoras "Santa Fe".

Luego en los 50 se da paso a las locomotoras a diésel que reemplazan paulatinamente a las de carbón y vapor. Además, pasaba el "Panchote" que era una grúa que enrielaba las locomotoras descarriladas.

Hitos en la historia

La calle Ferrocarril se caracterizó por varias situaciones. Una de ellas eran los accidentes de tren, primeramente los atropellos de locomotoras y diésel a personas que fueron lamentablemente comunes, además de los suicidios, en específico que ocurre hacia el sector de la mira e impacta en los años '60, dado que el sujeto se lanzó a la locomotora cuando pasaba.

Otro elemento de relevancia de esta calle es la represión del Golpe de Estado de 1973 y la instalación de un puesto de vigilancia de sacos de arena y una escuadra de soldados con una ametralladora punto 30 a cargo de un sargento y una tanque estacionado en el sector de la mira a la entrada de la calle. Todo ello en vigilancia de la línea férrea como del barrio, dado que el Colorado apoyó a la Unidad Popular y numerosos pobladores fueron enviados a Pisagua, entre ellos algunos fusilados.