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Viejos Pascueros

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Las caravanas de Viejos Pascueros que recorren la ciudad pueden ser vistas como una forma de recordar, lo que alguna vez fue la fiesta de la Primavera. Sin embargo, los Viejos Pascueros, tradición inventada por los funcionarios de Correos y Telégrafos, tiene su propia lógica. Una de ellas, es que todos los carros no tienen conexión entre sí. Carecen, por lo general, de apoyo institucionales que alguna vez se lo otorgaron, en los años 80, las pesqueras. Y aún así, se las arreglan mediante la auto-gestión para brindarle a la ciudad color y sonido navideño.

La Navidad en Iquique comienza cuando las bocinas y el sonido de los bronces se apoderan de nuestras estrechas calles. La lluvia de pastillas que se lanzan desde los carros, nos hace recordar al Padrino Cacho, aquel sujeto que luego del bautizo del ahijado o ahijada, lanzaba monedas al aire. En tiempos del neoliberalismo son pastillas que la Zofri masificó en su consumo. Estas en el aire producen el milagro de la congregación de niños y niñas que se abalanzan ante tanto dulce. La infancia en la destruida ciudad de Alepo, recibe balas y muerte. La Navidad del 1907 no es difícil de imaginar.

Quienes nos visitan les cuesta entender esta ceremonia navideña con tintes identitarios tan evidentes. Los villancicos que datan del siglo XV con temas amorosos, en el siglo XVI se transforman en navideños. Llegan de Europa y se instalan en el ceremonial del mes de diciembre.

Desde los años 80, las bandas de bronces, los adaptan y le otorgan un sonido andino único e imposible de encontrar en otras latitudes. "Navidad a la iquiqueña", así se llama un documental que registra parte de su historia, sirve para entender la lógica popular y festiva de los iquiqueños. Nada de raro que el 25 por la tarde todavía los Santas Claus recorran la ciudad para cumplir su misión y a cambio recibir una sonrisa. No nos sorprendamos. Un Viejo Pascuero iquiqueño no tiene por que ser puntual.

"La Navidad en Iquique comienza cuando las bocinas y el sonido de los bronces se apoderan de nuestras estrechas calles.

Bernardo Guerrero Jiménez, sociólogo"