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El alumno de 60 años que se tituló de ingeniero

La historia de José Pastén, un conductor que demostró que "querer es poder". Contó cuáles fueron las dificultades que tuvo que superar para concluir sus cinco años de estudios.
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Evelin Aguilar Paniagua

"El "Tata". Así es como uno de sus compañeros de clase "bautizó" a José Pastén Ramírez, aquel hombre de cabello cano quien a sus 55 años ingresó a la Universidad Arturo Prat persiguiendo el mismo sueño de un grupo jóvenes y que cinco años después lo materializó al recibir, en sus manos, el título de ingeniero de ejecución en control de gestión.

Orgulloso, el hombre de 60 años revisa su cuenta en Facebook y muestra las fotografías del pasado 19 de diciembre cuando se graduó. La sonrisa que luce en cada una de las imágenes, corroboran su satisfacción de haber demostrado que la frase que tanto predica, "Querer es poder", si es posible cumplir.

Tres jóvenes lo acompañan en una de las fotos. Se trata de sus compañeras con quienes tuvo una relación más estrecha durante sus años de estudio de los cuales recuerda que su diferencia de edad con el resto de estudiantes no siempre le jugó en contra.

"Gracias a mis estudios en contabilidad, que había terminado el año anterior (en el liceo), ayudé a unas compañeras a salir adelante en el ramo, eso me sirvió a mi de aliciente", cuenta.

Pero así como evoca aquellos momentos en los que parecía "niño chico con juguete nuevo", también se le vienen a la mente situaciones en las que el paso de los años se hicieron sentir. "Cuando empezamos a ver materias complicadas como álgebra y cálculo... para acordarme cosas de tantos años, me costó... pero me ayudaron mis compañeros y otros que pagábamos para que nos enseñaran", precisa.

Pastén estudió en el programa especial de trabajadores de la Unap el cual lo mantuvo las noches de los viernes y los sábados completos en el aula. Este iquiqueño de corazón, nacido en la exoficina Victoria por circunstancias de la vida - como él dice-, se desempeña desde 1997 como conductor en el Consejo de Defensa del Estado, institución de la cual salía raudo para, tras un breve paso por su casa, ir a clases.

"A mi señora le costó un poco al comienzo. Yo tengo un lolo de 20 años que es minusválido, entonces las responsabilidades de cuidado de él que tenía en las noches no las pude hacer porque me dediqué a la universidad, y a ella se le cargó la mano, aunque terminó apoyándome", detalla.

Aunque es consciente que su actual trabajo no guarda relación con la carrera que estudió, confía que el título logrado le permita tener nuevas oportunidades laborales al interior de la institución que lo acoge por casi dos décadas.

El entusiasmo es algo que Pastén nunca pierde, pese a ello es realista y sabe que por no tener experiencia en la carrera y su edad, difícilmente conseguirá un puesto de trabajo.

"A la edad mía se complica el buscar trabajo y encontrarlo (...) entonces dejar el trabajo que tengo para ir a buscar pega, ¡no!", recalca aunque afirma que no pierde la esperanza de encontrar un puesto laboral que sea afín a la profesión que le entregó la satisfacción personal que buscaba.

Confiesa que este logro jamás lo imagino ya que su tarea pendiente siempre fue concluir la enseñanza media, algo que hizo realidad el 2011 en el liceo Comercial. Y es que una mala decisión -como él mismo la califica- hizo que en noviembre de 1989, cuando estaba a puertas de terminar cuarto medio, optara por aceptar el trabajo de jefe de bodega en el entonces supermercado Cofrima. "Fue la torpeza más grande que pude haber cometido pero ya está hecho", lamenta.

Con ambos retos cumplidos, Pastén no deja de soñar despierto y espera que llegue el día en lo llamen ingeniero.

"Cuando yo entré a estudiar el 2012 estaba bien motivado, parecía niño chico con juguete nuevo".

José Pastén"