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Iquiqueño instaló su casa en el mar y ni el tsunami lo movió de ahí

El mariscador es hermano del fallecido escritor Patricio Riveros y vive en una lancha en Caleta Riquelme.
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Mijaíla Brkovic Leighton.

Como un personaje de los cuentos de su hermano menor -el fallecido escritor y periodista Patricio Riveros Olavarría- Rolando vive una vida marcada por las historias insólitas, la nostalgia de las tradiciones locales y la buena amistad.

Así se demostró en 2014 cuando "sin miedo, pero con mucha adrenalina", según cuenta, pasó el tsunami del 1 de abril en su casa: un bote grande en la Caleta Riquelme.

El"Pepino", como lo conocen en Caleta Riqueme recuerda que "primero se comenzaron a ver miles de olas chicas en la superficie. Luego la mar se hinchó y se recogió. A la tercera vez que creció, decidimos salir del agua en un bote con dos vecinos más. Apenas bajamos a tierra, la fuerza del mar dio vuelta la nave en la que veníamos y la dejó pegada como lapa hacia abajo", dijo.

Después de eso, en vez de hacer caso a las sirenas que seguían sonando, "Pepino" se encargó de amarrar algunas embarcaciones que estaban chocando contra las rocas o a punto de soltarse.

Entre esas, rescató una lancha que era de un grupo de amigos suyos, socios del Club de Yates.

"Como no vi a nadie del Club, lo hice no más. A los días después, mis amigos me regalaron la lancha", afirma.

Recién ahora "el Pepino" va a vender No Mercy, la nave que le fue obsequiada, para comprarse un bote artesanal con motor fuera de borda.

"Fue un gesto muy bueno. Pero es mucho lujo para mí, así que ahora me voy a comprar un botecito para poder trabajarlo", aclara.

Y es que "Pepino" no es alguien apegado a la vida material. Por el contrario, su fortaleza de espíritu se encuentra en su profundo rechazo a la cotidianidad establecida por las normas modernas.

"Yo decidí vivir así, en la mar. Tengo opciones de casa en otros lugares, pero la verdad es que estoy bien como estoy", asegura.

"No es que me guste la soledad. Es que quiero estar tranquilo, alejado del sistema moderno. Si te das cuenta, es verano y ya están promocionando uniformes escolares para marzo; en marzo y te venden el 18 de septiembre. Al final, todo eso te esclaviza", comenta, mientras rema, con destreza, un viejo, pero fiel bote de madera.

Por eso, Rolando Riveros prefiere ganarse la vida artesanalmente en la mar, ser su propio jefe y no dar crédito a "los cuentos del exitismo", como él denomina a los trabajos tradicionales.

Otros tiempos

Hoy en día es mariscador, asistente de buzo y, a lo largo de su trayectoria, ha trabajado en grandes empresas, siempre relacionadas con el rubro marítimo.

Trabajó varios años en San Antonio, y también en Playa Patillos (al sur de Iquique), en una casa construida con sus propias manos.

Sin embargo, sus mejores recuerdos "laborales" los tiene en su infancia, junto a su hermano Patricio "Pato" Riveros, el reconocido iquiqueño escritor de "Tarzán chileno perdido en Ámsterdam, "Cuando las habaneras no tenían calzones", entre otros libros.

Desde vendedor de fierros, ayudante de artistas de circos o repartidor de diarios, Rolando y Patricio se las ingeniaban para no aburrirse ni un día. Y ganar un poco de dinero.

"Nunca le pedí un centavo a mi papá. Trabajábamos y lo pasábamos bien, nos divertíamos", recuerda con una sonrisa.

"Eran otros tiempos. Los niños de hoy están metidos en sus celulares. Nosotros teníamos tradiciones, pintábamos nuestras casas en Año Nuevo y disfrutábamos los días como se debe", dice con añoranza.

Cuando se le pregunta por su hermano, se ríe con picardía. "El Pato era re pillo. Y choro. Siempre andaba metido en problemas", revela.

"Se extraña mucho a mi hermano. Él vivió muy intensamente su vida. Tenía una cantidad de historias increíbles, como si hubiera vivido noventa años", afirma.

Patricio Riveros murió en 2005, a causa de una hepatitis. Su legado literario, para Iquique, es particularmente invaluable, ya que siempre se interesó por crear historias relacionadas con las peculiaridades de nuestra ciudad y su gente.

"No tengo miedo"

Consultado por el miedo a posibles tsunamis en el futuro, Rolando está tranquilo.

"Nunca se han registrado maremotos grandes en Iquique, porque las costas son profundas", declar.

"Yo decidí vivir así. No es que me guste la soledad. Es que quiero vivir alejado de un sistema moderno que te esclaviza".

Rolando Riveros Olavarría (57),, mariscador y asistente de buzo."