El misterio de la "Casa de las Muñecas"
La historia de Ana Busto, la señora que exhibe muñecas en el ventanal de su hogar y que ha hecho de su domicilio un verdadero mito en la población Gómez Carreño.
En la población Gómez Carreño todos la conocen. Una pintoresca vivienda color verde agua destaca no sólo por su alegre tono, sino también por las cuatro muñecas tamaño natural que están ubicadas en el ventanal. Siempre han estado allí, saludando a los vecinos con sus manos de plástico apuntando hacia el cielo. Es la denominada "Casa de las Muñecas", un hogar familiar que se volvió una leyenda en el barrio.
Si es verano, usan traje de baño. En marzo, visten ropa escolar. Para Navidad, se las puede ver de "pascueras", y en fiestas patrias lucen impecables vestimentas típicas chilenas.
La responsable del minucioso armario de estas populares muñecas, es la señora Ana Busto (73), dueña de casa y verdadera amante de estas figuras.
"Siempre me dicen 'ya estás peinando la muñeca'", cuenta riéndose doña Ana. Para ella, la pasión por estos objetos es natural y surge de recuerdos relacionados a su madre y su niñez.
"Mi mamá también tenía muñecas grandes en la casa. Las ponía sentaditas en el living, como si fueran visitas. No me dejaba tocarlas. Pero como yo empecé a trabajar de muy chica, porque éramos de escasos recursos, tampoco tenía tiempo para jugar", recuerda.
Al fallecer su progenitora, la señora Ana heredó los preciados objetos y siguió con la tradición de cuidarlos, pero esta vez en la ventana de su casa.
Con el tiempo, las muñecas originales se estropearon por el sol y adquirió nuevas, regaladas por diferentes personas que conocen su peculiar pasión. "Ahora, vieja y todo, mi regalo favorito siguen siendo las muñecas", nos confidenció.
Además, con seis hijos y dieciocho nietos, a sus figuritas nunca les ha faltado vestuario. "Todas las cosas que a mis nietecitas les van quedando chicas, me las traen de regalo", cuenta.
Malas lenguas
La portada de su hogar lleva más de 15 años alegrando a sus familiares y vecinos con esta lúdica exhibición.
"A veces pasan lolos por afuera y las saludan, les dicen cosas. O viejitas se las quedan mirando", asegura. "Y si no les cambio la ropa seguido, ha pasado que la gente reclama", cuenta.
Pero también ha habido mal pensados: "Me contaron que decían que, cuando las muñecas tenían la manito hacia arriba, era porque yo tenía droga. Y que, cuando estaban con la mano abajo, era que se me había acabado la droga", explica con algo de tristeza.
"Imagínese, yo tendría que tener siempre droga, porque las muñecas están todo el tiempo con las manos arriba, saludando", aclara.
Y es que el gusto de Ana no es algo comprendido por todo el mundo. Sin embargo, su familia es entusiasta con el tema y, de hecho, una de sus nietas quiere replicar esta ya casi tradición familiar. "Me gustan mucho las muñecas y quiero continuar con lo que hace mi abuela", dijo Martina, de diez años.
Lo cierto es que, de vez en cuando, sumergirnos en la inocencia de los juegos de infancia, no nos hace ningún daño.
Ana Busto (73), dueña de casa y coleccionista de muñecas."
"Me contaron que decían que, cuando las muñecas tenían la manito hacia arriba, era porque yo tenía droga"."