Mijaíla Brkovic Leighton
Como buena familia iquiqueña, los Dupret Zepeda querían disfrutar de la vida en la playa. Sin embargo, la nula accesibilidad para discapacitados en los balnearios de la ciudad se lo impedían. Su hijo, Gabriel Dupret Zepeda (de 9 años), nació con parálisis cerebral hipotónica, un trastorno motor que lo obliga a mantenerse en silla de ruedas.
"Solamente el hecho de bajarse del auto y llegar a la playa era un tremendo trámite. Había que arrastrar la silla, que es súper pesada, por la arena. Y para bañarlo en el mar tenía que tomarlo en brazos, arrodillarme con él en el suelo, pararme nuevamente (...) Todo eso para cinco minutos en el agua. E implicaba mucho dolor de espalda, incomodidad... Era tan tedioso venir que preferíamos evitarlo", contó Karina Zepeda, mamá del pequeño Gabriel.
Entonces, Gabriel Dupret padre tuvo una idea: confeccionar una silla todoterreno. "Toda mi vida he trabajado en mueblería. Sé trabajar con fierros y otros materiales, así que decidí intentarlo. La primera silla, en enero del 2016, la fabriqué con ruedas de carretilla. Como vi que funcionaba, quise mejorar el diseño, hacerlo más cómodo", declaró Gabriel, quien ya cuenta con cuatro prototipos funcionales. Según aseguró, la clave del éxito la consiguió por las ruedas. "Un amigo me echó una mano y me trajo unas ruedas plásticas de China", dijo. Con ellas, sumado a los otros materiales de calidad (hierro galvanizado, lona con filtro solar y pinturas anticorrosivas) su invento es una creación única: práctica, liviana y resistente.
Es por lo mismo que la familia decidió comenzar una campaña (#AlMarSobreRuedas) para ayudar a otras personas en su misma situación.
"Hay un stock para confeccionar 20 sillas más. La idea original es conseguir el dinero ($250 mil por producto terminado) mediante donaciones y entregárselas a la municipalidad, para que ellos las distribuyan", explicó Gabriel, quien hoy se reunirá con autoridades municipales.
Por otro lado, si bien Cavancha inauguró un sector inclusivo que presta sillas de ruedas anfibias (sumergibles) y para paseo en la arena, Dupret considera que esto "está muy bien, pero no soluciona el problema de fondo, que es contar con una forma de mover por donde tú quieras a tu hijo", puntualizó.
Además "las sillas de ese espacio no cuentan con la sujeción necesaria para chicos que tienen un mayor compromiso neurológico", aseguró Catherina Salazar, educadora diferencial y parte del proyecto #AlMarSobreRuedas.
$250 mil cuesta la confección de cada silla todoterreno. Están hechas con hierro galvanizado.