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El "Rasta del Maní" que todo Iquique conoce

Partió en el micronegocio del maní hace más de diez años. Confeccionó el carro con sus propias manos. Hoy, con su peculiar estilo, está feliz de vivir siendo su propio jefe.
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Mijaíla Brkovic Leighton

Oliver Muñoz (31) es ya un personaje típico en el centro iquiqueño. Mientras oficinistas y turistas transitan por Tarapacá con Obispo Labbé enfrascados en sus pensamientos e impresiones, él se encuentra siempre en esa esquina, pase lo que pase, trabajando. Es el "rasta del maní", apodo que se ganó por sus dreadlocks y por la microempresa de este fruto seco confitado que mantiene desde hace doce veranos.

"Trabajé un año con una persona, ahí aprendí la técnica. Me quedó gustando y me construí este carro con mis propias manos", cuenta, mientras prepara el azúcar para hacer una nueva tirada de maní. Y es que a Oliver le encanta cocinar, por lo tanto vio en este negocio la posibilidad de hacer lo que le gusta y, además, pagar las cuentas.

"Siempre intento ser el mejor en lo que hago. Cada mezcla que preparo, trato de hacerla muy bien para que la gente note que mi producto es distinto al del resto", señala. Y le ha funcionado: es independiente y vive solo, aunque no siempre sin problemas. "Me las voy arreglando porque, por ejemplo, en verano no se compra mucho maní, entonces preparo y vendo sushi y con eso me las arreglo", dice.

Sin embargo, lo que más le gusta del oficio que lleva, es la libertad que tiene al ser su propio jefe: "Nadie me molesta, puedo andar como quiero", asegura riéndose.

Su aprecio por la libertad se hace ver cuando nos relata que el dueño de la empresa Nuts 4 Nuts -el chileno Luis Martínez que se hizo millonario vendiendo maní confitado en Nueva York- estaba regalando becas, a personas del rubro, para ir a trabajar a Estados Unidos. Pero Oliver no quiso vivir en uno de los países más poderosos del mundo: "Estar allá sería meterse de lleno en lo que rechazo", plantea.

único recurso

Mientras le van comprando bolsitas de maní confitado a seiscientos pesos y confiesa que su empresa es lo único que tiene: "Yo no tengo otros recursos más que el maní y el sushi", señala.

Si bien quiso entrar a estudiar en la universidad este año, no pudo, pero es optimista: "El próximo año voy a empezar un proyecto fotográfico y estoy seguro de que me va a ir muy bien", cuenta misterioso. Por ahora, Oliver va a seguir renovando su permiso municipal mes a mes: está tranquilo haciendo algo en lo que ya se considera un experto.

Show en el centro

Trabajando todos los días en el centro, también se entretiene. En medio de una de las intersecciones más movidas de la ciudad, Oliver siente que "todos los días es un show distinto".

Desde su local observa todo tipo de cosas extrañas: "Siempre hay choques, atropellos, peleas(...) ha pasado de todo", asegura. De hecho, también ha sido presa de la delincuencia. Hace poco, lamentablemente, alguien lo distrajo y le robó cien mil pesos.

También le ocurren cosas menos tensas. "No sé por qué, pero la gente a veces me regala cosas (...) Hay niñas que me traen dibujos o personas que se quiere sacar fotos conmigo", cuenta sonriendo.

Y es que todos quienes han pasado al menos una temporada en Iquique sabemos quién es el "Rasta del Maní" que está afuera de París.

"Siempre intento ser el mejor en lo que hago. Quiero que la gente note que mi producto es distinto al del resto".

Oliver Muñoz, iquiqueño y, vendedor de maní confitado en Tarapacá con Obispo Labbé."