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Es feliz en su hogar: una lancha en el Muelle Prat

Conoce el muelle como la palma de su mano y se considera una persona que nació para vivir en el mar.
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Josefa Herrera Zuleta

Jaime Ulises Ricarte Sánchez llegó a Iquique en el año 84. Viajó en un pesquero y se quedó de wachimán del barco durante dos años. A veces salía de él y en una de esas salidas se encontró con un amigo que le ofreció trabajar de ayudante en una de las lanchas de turismo. Con el tiempo quedó a cargo de la lancha y empezó a cuidar otras. Así fueron los inicios de Ulises, como es conocido en el muelle Prat, en el turismo lanchero. Pero su pololeo con el mar viene desde antes.

Nacido y criado en la costa, cuando era chico, cuenta Ulises, llegaba del colegio, se sacaba el uniforme, se ponía el traje de baño y partía al agua. "Mi casa de la playa me quedaba a 50 metros. Vivía en San Vicente, en la localidad de Infiernillo". Sacaba a manos las merluzas y los jureles, para él era fácil.

Su primer viaje a través del mar fue gracias a su abuela. "Viajamos de Talcahuano a la Isla Quiriquina, ella quería ver a su comadre", cuenta. Esa fue la primera vez que navegó. Una barcaza simple que no tiene comparación con los buques en los que ha estado.

Nunca imaginó que entraría más de mil barcos a la bahía de Iquique gracias a su trabajo en las lanchas de plástico, o que le ofrecerían ir a Puerto Aysén a trabajar. "No quise irme, hace mucho frío allá. En cambio, el clima de acá es bueno, llevo 22 años sin enfermarme", dice orgulloso.

Y es que a pesar de que se levanta todos los días a las 7 de la mañana a limpiar el muelle, ahuyentando a los lobos marinos que se duermen en la cálida madera y recogiendo las basuras que han ido dejando las personas, Ulises Ricarte dice ser sano, tranquilo, que le gusta la paz y que de Iquique no se va. "Siempre me ha gustado hacer turismo y siempre había querido venir para Iquique. Decía, 'algún día voy a llegar a Iquique', y en la primera oportunidad que se me ofreció cuando el caballero me dijo que viniera para cuidar el barco, yo le dije 'ya, vamos altiro'. Dejé todo tirado allá en la casa, polola y todo. Quería puro venirme al norte'. Dice que estaba aburrido de tanta lluvia, relámpagos y truenos del sur, que acá es siempre verano y que el clima le hace bien.

Ahora este hombre de mar vive en el agua. Su casa es una lancha llamada Danfel y allí tiene lo necesario para vivir. "Tengo mi camarote, mi cocina, mi baño, mi tele aunque no la veo nunca".

Lleva viviendo en Danfel desde el año 2010. Es su hogar y lo cuida. Además está operativa, es decir, que Ulises puede realizar viajes a la boya con pasajeros desde su propia casa.

Aunque dice que es feliz y que no dejaría de vivir en el mar por nada, hace tiempo está tratando de conseguir una casa. Quedó de ir a visitarlo una asistente social de la municipalidad, sin embargo nunca se ha presentado. "Del tiempo que llevo acá siempre he querido tener una casa prefabricada, solo dormiría en ella porque seguiría acá todo el día, trabajando".

Anécdotas en el mar

La historia que más recuerda es la del terremoto del año 2014 en la ciudad. "Estaba acostándome cuando empezó a temblar. Mi compañero me gritaba "¡Ulises, arranca que se va a salir la mar!" pero yo me quedé acá no más esperando y la ola llegó a la explanada del muelle. Fuimos cinco los que nos quedamos" .

Cuenta que desde el mar, a diferencia de la tierra, el terremoto hizo que su lancha saltara. "Acá las lanchas saltan cuando están en el mar, y esa vez no quería dejar de temblar".

Según él, ha pasado tres tsunamis y múltiples temblores y terremotos en su lancha.

-Pareciera que usted nació para estar en el mar

"Sí, es que es algo que se me dio desde chico", concluye.

"He sacado la cuenta y he navegado 220 mil millas marinas en 22 años"

Jaime Ulises Ricarte, Su hogar es su lancha Danfel."