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Vivió treinta años en la calle y se rehabilitó

Iquiqueño cuenta cómo fue vivir en la calle y rehabilitarse de una de las adicciones más poderosas: la pasta base.
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René Jiménez Rojas (69) vivió durante treinta años entre las calles iquiqueñas. El Mercado Centenario y los alrededores del Unimarc de Manuel Rodríguez fueron algunos de los sitios donde habitó, siempre escapando de los operativos que la policía realiza para retirar a las personas que pernoctan en la vía pública. Como a muchos, la adicción al alcohol y a la pasta base de cocaína lo llevó a adentrarse en la marginalidad más cruda. Pero, como a pocos, su fuerza de voluntad lo rescató a sus sesenta y siete años de edad y hoy intenta darse una segunda oportunidad.

"Yo era un estropajo. Tenía el pelo largo, barba y andaba todo sucio. Hasta las moscas me hacían el quite", dice René, vestido con camisa, peinado prolijamente y oliendo a perfume.

Para él, su buena presencia actual es digna de orgullo, sobre todo considerando lo oscuro de su pasado: "Comía restos de alimentos que encontraba en la basura, porque la poca plata que me daban en la calle la prefería gastar siempre en el vicio (...) Llegué a pesar 47 kilos", asegura, añadiendo que ahora está sobre los 60 kilogramos.

Según cuenta, el gran cambio en su estilo de vida lo llevó a cabo cuando se percató de que se encontraba solo: "Mi familia me veía en la calle y cruzaba la vereda", recuerda. Esa sensación de desolación, sumada a la ayuda de una monitora del Hogar de Cristo, Pamela Chacana, le hicieron dejar atrás sus pensamientos negativos e impulsarse a mejorar.

"Yo estaba tan mal que intenté quitarme la vida tres veces (...) Ahora tengo un lugar donde dormir, donde comer y cuento con todas las ganas para trabajar en algo estable, porque soy totalmente autovalente", explica René, quien hoy en día vive de manera permanente (por un año más) en la Hospedería del Hogar de Cristo, lugar que también le brinda comidas y vestimenta.

Inmersión en la droga

René Jiménez es padre de seis hijos, todos de la misma mujer. "Una compañera buena que perdí por haberme metido en la droga", relata con tristeza. Según cuenta, la vida de músico que llevó de joven lo hizo entrar en un "submundo de cabarets y pubs que, primero, me hicieron caer en el alcoholismo y, después, en la pasta base", recuerda.

"Era fácil cuando era cantante porque me pedían una canción y me pagaban con copete. Entonces me fui metiendo en el alcohol y así fue la primera vez que terminé durmiendo en el Mercado, todo 'meado' encima (...) De esa manera comencé a perder a mi familia", dice.

Un día dejó el alcohol para siempre, pero al poco tiempo conoció a una mujer que hizo su amante: "Ella era drogadicta. Un día me hizo probar los 'monos' (papelillo de pasta base con tabaco). Yo vomité la primera vez que consumí, pero a la segunda ya me empezó a gustar y ahí me quedé", señala.

En un momento René había decidido dejar sus vicios, pero sufrió la pérdida de dos de sus hijos, quienes fallecieron de maneras dramáticas y "entonces pensé: 'no le debo nada a la vida'", así que se sumergió más y más en sus adicciones.

Vida en la calle

"En la calle sobrevive el más fuerte, es como un mundo sin ley. La droga es muy insidiosa y hace que las personas se comporten de la peor manera", asegura René, quien una vez durmiendo recibió cuatro puñaladas en la espalda por alguien que quiso robarle dinero.

Además, cuenta que una de las cosas más extrañas que le sucedía viviendo de esa manera era que muchas veces se sentía como "alentado por el diablo (...) a veces se me estaba acabando la plata y caminaba unas cuadras y me encontraba en el suelo dos lucas o un 'mono' (...) Para mí, eso era como que el diablo estaba ayudándome", reflexiona respecto de esos días que ya dejó totalmente atrás.

El futuro

Hoy, René se siente optimista. Hace un año y medio que no mete ninguna sustancia tóxica en su cuerpo y está determinado a no hacerlo nunca más.

"He recobrado los lazos con casi toda mi familia, me aman todos nuevamente", dice con alegría. Ahora, su fuerza está puesta en encontrar un trabajo fijo: "Tengo empapelado Iquique con currículums, pero no me llaman", señala.

"Mi familia me veía en la calle y cruzaba la vereda".

René Jiménez,, respecto a lo que vivía cuando deambulaba por las calles."