La patiperra que ha conocido 18 países durmiendo en sofás
En 2011, Gabriela Pérez decidió hacer su sueño realidad y salió a recorrer el mundo para aprender culturas e idiomas.
Carolina Barraza Burgoa - La Estrella
"Siempre tuve interés por los viajes, el turismo y las nuevas culturas", cuenta Gabriela Pérez Catalán (29) desde Berlín, ciudad donde reside desde hace casi dos meses.
Desde niña escuchaba las historias de su padre y amigos de la familia, que llegaban a su casa con recuerdos y postales de los distintos países que habían recorrido.
Estando en la universidad, fue un recorrido en particular el que desató el afán por los viajes, según cuenta la joven oriunda de El Tabo. "A fines de 2008 me hizo clic el interés por conocer el mundo, cuando participé como voluntaria en Sendero de Chile. Hacía senderismo y ayudaba a la construcción de senderos, por esa razón se presentó la posibilidad de viajar a Juan Fernández con un grupo de gente de Sendero de Chile. Me encantó viajar, se me abrió el mundo y nació el apetito por salir y conocer otras cosas", afirma la joven que se tituló en Gestión Turismo y Cultura en la Universidad de Valparaíso.
Así fue como Gabriela, junto a una amiga de la universidad, juntó plata y al año siguiente se fue a recorrer Machu Pichu y los alrededores de Perú y Bolivia.
"Durante el viaje conocimos a bastantes gringos y nos dimos cuenta de la importancia que tenía el inglés, sobre todo para nosotras como estudiantes de turismo que no lo manejábamos", reconoce. Por eso se inscribió en un curso gratuito que consiguió a través del Sence, en San Antonio.
Al terminar sus estudios en Valparaíso, la joven se propuso juntar el dinero necesario para comenzar su travesía. "Me devolví a la casa de mis papás en El Tabo. En ese periodo estuve pintando casas con la idea de ahorrar para mi primer viaje que fue a Canadá", relata.
Un mundo nuevo
A fines del año 2011, tras una larga tramitación de su visa, Gabriela emprendió vuelo junto a su compañera de aventuras, la misma con la que había recorrido Perú y Bolivia. "Llegamos a Vancouver y allá no conocíamos a nadie, éramos solo las dos pero la verdad es que nos apoyamos mucho. Yo sabía un poco más de inglés por el curso que había hecho y ahí nos defendíamos con lo que podíamos", recuerda la tabina, quien en ese momento consiguió un trabajo en un restorán mexicano. "En ese trabajo tenía que ayudar en la cocina. Siempre me acuerdo que una vez llegué atrasada diez minutos y el jefe me trató muy mal, me hizo llorar y en ese momento yo pensaba 'qué hago acá, para qué todo este sacrificio por tan poca plata'".
Y aunque el comienzo fue difícil, con el paso del tiempo Gabriela fue conociendo nuevas amistades y encontró mejores oportunidades laborales que le permitieron viajar a nuevas ciudades canadienses.
"Mi experiencia en Canadá duró un año. Me dieron la posibilidad de quedarme más tiempo con visa de trabajo, pero en ese momento privilegié el seguir conociendo el mundo. Le dije adiós a Canadá y me puse a organizar mi siguiente viaje", cuenta animadamente.
Ya separada de su amiga viajera, la "Gaby" -como le dicen sus cercanos- volvió a Chile por un par de meses para tomar impulso y nuevamente volar hacia un nuevo destino: Australia.
"Llegué a Australia en mayo de 2013. Yo quería llegar a un pueblo, ojalá con sol, y por eso me fui a Port Douglas, un sitio que está al norte, en donde no había ningún chileno. Ya mi inglés estaba bien, así que no tenía ningún problema", asegura.
"Estando en Australia viajé por un mes en un furgón con unos amigos que conocí en el camino, y así seguí recorriendo. Trabajé un ratito en Sidney después me fui a Perth, al oeste. Australia es un país muy grande. Viajé por Melbourne y conocí muchas otras ciudades", expresa.
"Estuve un año allá cuando decidí que quería quedarme más tiempo. Entonces cuando terminó el año de mi visa, me fui a viajar a Malasia, Indonesia y Singapur por dos meses, cuenta la tabina que ha vivido en tres países extranjeros y recorrido 18 más como mochilera.
"Estuve viajando sola en el Sudeste Asiático. Ahí pasaron varias cosas buenas y malas también. Sobre todo al principio que era un poco chocante. Ya llevaba bastante tiempo en países desarrollados y llegar a países mas subdesarrollados me chocó cultural y religiosamente", manifiesta Gabriela.
En sofás ajenos
En su solitaria aventura la tabina, que bien sabe de ahorros, gasta lo mínimo para hacer rendir el presupuesto. Por lo mismo, ella no habla de reservas hoteleras y mucho menos de paquetes turísticos, sino que ocupa sus recursos en todo lo que sea lo más barato posible.
Utilizando una aplicación para viajeros, Gabriela se aloja en casas de otros jóvenes que como ella, quieren recorren el mundo durmiendo en sofás de extranjeros. "En general nunca sabes cómo va a ser, pero para mí siempre han sido buenas experiencias", concluye.