8 de marzo
No sin dificultad, las mujeres hemos logrado remecer espacios que parecían incuestionables, demandar nuevas formas para establecer relaciones y visibilizar dolores colectivos. Por lo mismo, se instala en las voces de muchas y en el imaginario de unos pocos, que el 8 de marzo no es una fecha de celebración.
Esta fecha nos recuerda la necesidad de conmemorar la valiente decisión de un grupo de mujeres que, manifestando su descontento, debido a las condiciones laborales en que se desempeñaban, murieron en su demanda. Ese es el marco histórico que envuelve esta fecha y lo posiciona como el Día de la Mujer, jornada para recordar la imperiosa necesidad de avanzar en la construcción de una sociedad más democrática.
Como señala Marta Lamas, que la diferencia biológica entre mujeres y hombres, se interprete como una diferencia fundamental en términos sociales y culturales, tiene un impacto en la vida concreta de las personas. La construcción social de género, posiciona de manera diferenciada y desigual a hombres y mujeres, generando condiciones de vida donde la igualdad, el respeto y las oportunidades se ven tensionadas; así, los privilegios de algunos, devienen en desventajas para otras.
Por ello, se hace necesario desnaturalizar las desigualdades de género y reconocer que son productos históricos, por tanto, totalmente modificables. Esta afirmación, encuentra sus bases en Simone de Beauvoir, cuando declaraba que no se nace mujer y que llega una a serlo.
Dado lo señalado, ya podemos asumir que la violencia contra las mujeres no es un problema individual, sino una práctica social legitimada culturalmente y que cada día cobra vidas.
También, que somos las mujeres las que debemos decidir sobre nuestros cuerpos, en el marco del acceso a salud sexual y reproductiva y a la maternidad como una decisión. Que es necesario considerar la vinculación del género con otros procesos de diferenciación social, como la clase, la etnia y el ciclo vital y que, al decir de Maria Lugones, intereseccionan generando desigualdades múltiples, ubicando a las mujeres dentro de las más pobres, dentro de los pobres. Cuestionar la naturalización del trabajo reproductivo, como tarea exclusiva de las mujeres. Esto, entre otros muchos desafíos prácticos y políticos.
El 8 de marzo permite evaluar los retrocesos y los avances, revisar las voluntades políticas, reconocer alianzas, perfilar desafíos, manifestar desacuerdos, cuestionar lo normalizado.
"Se hace necesario desnaturalizar las desigualdades de género".
Fabiola Ibáñez Carrillo, socióloga Unap."