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Sueños y pasiones con aroma de mujer

Una extranjera, una carabinera y una trabajadora de la construcción cuentan sus historias de esfuerzo para cumplir sus anhelos.
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Ximena Araya Monroy

Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer, fecha que recuerda a las obreras fallecidas en un incendio en una fábrica textil de Nueva York, que se convirtió en un hito en la lucha por alcanzar mejores condiciones laborales.

De este fatídico suceso han pasado más de 100 años, pero las féminas siguen librando día a día una ardua batalla para insertarse en el mundo laboral y que se reconozca su invaluable rol en la sociedad.

Aquí tres historias de mujeres de la región que sortearon diversas barreras para salir adelante y ser reconocidas por sus pares.

De Brasil con amor

Eliana Pinto se levanta todos los días a las 4 de la madrugada para preparar desayunos, los que comienza a vender temprano a los caseros de las ferias itinerantes.

Terminada esta tarea aprovecha de vender ropa nueva y usada, y luego parte a su hogar para cocinar las colaciones que reparte en un colegio.

"Mi marido murió hace 20 años, mis hijos eran chiquitos y quedé sola porque no tenía el apoyo de mi familia y tampoco la de mi esposo", relató la mujer proveniente de Brasil, que en esos difíciles momentos se aferraba a su profunda fe. "No tenía con quien dejar a mis hijos cuando tenía que trabajar, así que a veces los dejaba solos, ponía a una imagen de Santa Teresa de Los Andes y le decía 'cuida a mis niños por favor'", recuerda Pinto.

Pese a que lleva 30 años en Chile conserva su característico acento, algo que en ocasiones le ha jugado en contra, ya que afirma que se ha sentido discriminada por su condición de extranjera.

No obstante estos malos ratos y sacrificios, "también he tenido muchas satisfacciones con mis hijos", cuenta Eliana, quien posa feliz junto a una bandera de Chile, país que considera su hogar.

Mujer de armas tomar

Si alguien ha sido testigo de los cambios culturales al interior de Carabineros, que han permitido la incorporación paulatina de la mujer a la institución, es la sargento primero María Alejandra Lagos, quien siempre se propuso vestir el verde uniforme.

"No tengo familiares uniformados, vivía en un sector rural donde no llegaba Carabineros y siempre quise serlo... entonces mi sueño de niña era ser la primera mujer carabinero", asevera.

Propósito que logró con creces, ya que pese a que inicialmente las mujeres estaban relegadas a labores específicas, fue considerada en la Escuela de Equitación, que era su ambición. "Era muy raro la funcionaria que era destinada a una comisaría operativa porque las comisarías no estaban preparadas para recibir a las mujeres", precisa la uniformada.

Su siguiente meta era convertirse en conductora de radiopatrullas, tarea nada fácil debido a la resistencia de sus propios colegas. "Había gente seleccionada, hombres todos, que se opusieron cuando llegamos seis mujeres ahí. Que una mujer que se le sentara como acompañante era un problema enorme, pero que una mujer fuera conductora ya fue terrible", revela.

Lagos agrega que llegaron incluso al punto que inventaban estrategias para sacarlas del servicio como pasarles los vehículos más viejos para que tuvieran que devolverse. "La mujer quizás no tiene tanta fuerza física como un varón, pero tenemos otras herramientas", dice con orgullo, al tiempo que en sus 24 años en la institución tiene una gran cantidad detenidos solo usando la persuasión.

Nunca es tarde

Cuando existe un sueño, nunca es tarde para cumplirlo, por lo menos así lo sintió Joyce Rojas, portera en la construcción de los departamentos de Las Dunas, quien hace siete años decidió que debía terminar con algo pendiente, por lo cual se matriculó en un colegio para concluir su educación.

"Estudié un curso de cocina internacional... pero nunca pude ejercer porque no tenía cuarto medio rendido", relata Joyce. Eso la obligó a desempeñarse en otras labores, ya que su primer hijo llegó cuando era adolescente. Precisamente hoy en día son sus dos hijos quienes la motivan en este reto.

Tarea nada fácil, ya que debe compatibilizarla con su trabajo y labores domésticas, y el año pasado debió postergarlo debido a la enfermedad de su madre, algo que este año está empeñada en terminar.

Con respecto a su trabajo, Joyce lo considera como una segunda escuela: "Aquí he aprendido mucho y me gusta que me hayan considerado".

Inclusive le ha servido de inspiración para pensar en su siguiente desafío. Una vez concluida la escuela quiere seguir estudiando y perfeccionándose.

"Las comisarías no estaban preparadas para recibir a las mujeres".

María Alejandra Lagos,, sargento primero de Carabineros."

"Mis hijos me pidieron que retomara mis estudios".

Joyce Rojas,, portera de una construcción."