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Mujer e inmigrante: la taxista paraguaya que rompió esquemas

Proveniente de un lugar donde tener género femenino y conducir es mal visto, Eulogia hoy está feliz con su trabajo.
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Mijaíla Brkovic Leighton

Cuando se le pregunta si le gusta su trabajo, Eulogia Amada Román (44) responde con seguridad: "Lo amo". Y se le nota. Su taxi, siempre reluciente, se ve todavía más acogedor acompañado de la buena actitud de la conductora, quien, según contó a este medio, nunca dice que no a los viajes que solicitan sus pasajeros.

"Lo más divertido de ser taxista es tener itinerarios diferentes todos los días. Por eso siempre digo que sí a donde me pidan ir", cuenta.

Y es que, de alguna manera, Eulogia está cumpliendo un sueño y rompiendo estereotipos al desempeñarse en su oficio actual. "Donde yo vivía (Corpus Christi) solo existía una mujer que manejaba locomociones colectivas y era muy mal mirada, incluso por personas de mi familia. Pero a mí me gustaba verla trabajando y siendo independiente. Me hacía pensar que yo también podía llegar a hacer algo así", recuerda.

Hoy en día, Eulogia -quien prefiere que la llamen por su segundo nombre, Amada- tiene paradero fijo en el Mercado, desde donde sube y baja desde Alto Hospicio. "Yo creo que traslado a casi cien personas por día", indica entusiasta.

Mujer y taxista

Llegada de Paraguay a los 18 años -gracias a los encantos de un chileno que ya no es su pareja- Amada aprendió a conducir recién a los 22, en Iquique. "Le pedí a mi esposo que me enseñara. Primero me dijo que no, que yo no iba a poder; después accedió, pero me daba clases a punta de garabatos. Sin embargo, parece que lo mío era innato porque conseguí hacerlo bien a las tres semanas", dice con orgullo.

Desde que sacó la licencia, solo ha tenido un accidente automovilístico, en el cual se determinó que el otro conductor había tenido la culpa.

Aun así, cuenta que ser mujer y taxista es complicado porque todavía existen prejuicios negativos respecto a la forma en que el género femenino dirige los vehículos. "Si alguna vez fallas en algo, siempre, pero siempre te dicen 'mujer tenía que ser' o '¿dónde te regalaron la licencia?'", cuenta.

Para ella, que la discriminen por su género es "como un desafío. No me lo tomo de mala manera, porque sé que conduzco bien y solo me da más fuerzas para seguir aprendiendo", dice la paraguaya madre de tres hijos, que está buscando tramitar el permiso clase A3, con el cual podría trabajar en transportes más grandes.

"Las mujeres tenemos que hacer doble esfuerzo: aprender de todo, pero mejor que los hombres para que ellos no tengan nada que criticar", reflexiona.

"Muchas pasajeras me cuentan que les gustaría conducir, pero que les da miedo. Yo hasta me he ofrecido a enseñarles, porque hay que poder motivarse y lograrlo, creer que se puede", plantea.

De Paraguay a iquique

Aparte de ser una entusiasta de su trabajo, haber criado tres hijos y tener el valor para vivir fuera de su país natal durante más de veinte años, Amada es trilingüe: habla castellano, portugués y guaraní, uno de los idiomas oficiales de Paraguay.

"Extraño mi país, pero también había muchos problemas. Por ejemplo, algunas personas discriminaban el uso de la lengua guaraní. Además, cuando me fui, allá existían solo dos clases: pobres y ricos. O trabajabas en el campo o venías de familia de dinero, entonces era muy difícil", relata.

Para ella, Iquique es todo lo contrario a esa realidad ya lejana. "Lo que más me gusta de acá es que se valoran a las personas por su trabajo. Uno puede crecer si se esfuerza todos los días (...) También me gusta porque se recibe bien a los extranjeros que quieren trabajar: hay bolivianos, peruanos, europeos. Eso me gusta", dice.

De todos modos, hay costumbres que no se pierden, como los hábitos culinarios. "Lo que más echo de menos son las comidas. Mi favorita es el borí borí, que es como una cazuela, pero lleva unas bolitas de maíz en vez de carne", cuenta Amada, quien, ya después de veinte años, habla hasta con los 'po' típicos de Chile.

"Me tomo la discriminación de género como un desafío, porque sé que manejo bien".

Amada Román,, taxista."