Buenas noticias se escucharon ayer en Canchones. Desde la Universidad Arturo Prat anunciaron la intención de firmar un convenio con la viña Santa Carolina, pero también de planes de enoturismo, o turismo enfocado en las zonas de producción vinícola, lo que viene a poner en valor la producción del Vino del Desierto.
Esta iniciativa dirigida por la casa de estudios superiores y financiada por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), otorgado por el Gobierno Regional demuestra uno de los objetivos más importantes de cara al futuro de la región, como es el emprendimiento y la innovación al servicio del turismo y el desarrollo.
Si bien la aparición de esta viña es de corta data, en relación a la gran tradición vitivinícola de nuestro país, el proyecto que ya cumple once años ha ido avanzando por la senda de la consolidación y el desarrollo.
De por sí la idea de cultivar esta cepa en el desierto más árido del mundo ya era al menos novedosa y de incierto futuro. Con el correr de los años en Canchones se ha ido fraguando un proyecto mayor, primero consolidando las viñas, para luego diversificar la producción y en la actualidad ya es posible vislumbrar que los esfuerzos van por seguir ampliando la idea.
En este punto el turismo aparece como un aliado interesante, pues posibilita primero que más personas puedan interesarse en conocer este producto gestado en el lugar del mundo que menos condiciones entrega, por su gran sequedad, pero también, más allá de la novedad, a que la región cuenta con una cepa única que es capaz de generar un circuito turístico tanto para expertos como aficionados.
Paralelo a ello, el turismo es uno de los futuros pilares de desarrollo regionales y la iniciativa va justamente en la misma línea, por lo que se está trabajando en conjunto con el Servicio Nacional de Turismo.
Es de esperar que el Vino del Desierto siga alcanzando nuevos hitos y de la mano de ello la Primera Región pueda seguir aportando en un campo en que el país es ampliamente reconocido y exitoso.
Al menos, existe el interés de seguir destinando fondos a esta iniciativa que hace reverdecer al desierto y ojalá, en el futuro, a la economía.
"La idea de cultivar esta cepa en el desierto más árido del mundo ya era al menos novedosa y de incierto futuro".