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Ex primer bailarín del Gran Teatro de Ginebra da clases de danza en Iquique

Sergio Briceño es parte de "Dharma Danse", el grupo que inmortaliza la danza moderna en la ciudad.
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Francisca Cabello Iriarte

Desde la Corporación Municipal de Deportes de Iquique, ubicada en Esmeralda 580, se impartía un lunes por la tarde la clase de danza moderna del grupo "Dharma Danse". Con un total de doce alumnos. El profesor Sergio Briceño (65) estaba coordinando los pasos de baile que debían hacer los alumnos. Con frases en español y francés, el maestro iba orientando a las ocho mujeres y cuatro hombres que habían en la sala de danza.

Sergio es antofagastino, pero ha pasado la mayor mayor parte de su vida en el extranjero, y este maestro apasionado por el baile, trae consigo una historia llena de experiencias, anécdotas y moralejas.

"Estuve en Antofagasta hasta los 16 años y luego me fui a estudiar danza a Santiago, a ser alguien en la vida porque yo no quería estudiar más", comentó Sergio a La Estrella. El también tipógrafo cuando conoció la danza por medio de una señora sueca que conoció en Antofagasta, se dio cuenta de que esto "me llevaría a la vida que andaba buscando porque no me sentía conforme aquí en este planeta", agregó. En éste mundo de artistas y bailes conoció gente hermosa, artistas que tenían una visión futurista de la vida, y para él eso era primordial.

Comenzó a bailar en el Teatro Municipal de Santiago, fue parte del ballet del Ministerio de Educación a comienzos del 70, creó junto a otros colegas el Teatro Contemporáneo de la Danza y bailó en el Ballet Nacional Chileno, pero fue en una de esas clases que su vida cambió de rumbo.

Se encontraba bailando el martes 11 de septiembre de 1973 en una sala ubicada en la intersección de Morandé con Compañía (Santiago), cuando sintió los bombardeos, y en ese entonces Sergio había trabajado con gente como Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Pablo Milanés y Rodolfo Reyes, que eran personas que llegaban a Chile a hacer arte, "entonces cuando llegaron los militares quisieron cortar todo eso porque era peligrosa la gente que pensaba y nos sacaron la mierda, a mí me torturaron, me pegaron, me sacaron de empujones de mi clase y me encerraron en esas cuatro paredes de un regimiento en el Maipo", confesó.

Una experiencia de vida que dice ya haber superado, pero que ahora en Chile busca "darle a la juventud algo de claridad porque está muy confundida", añadió.

Sobrevivió a lo ocurrido ese 11 de septiembre y llegó hasta Buenos Aires, allí "conocí a otro tipo de gente y me di cuenta de que el mundo no era tan chico ni absurdo y me pareció maravilloso", entonces decidió conocerlo. Egipcios, chinos, noruegos, ingleses, españoles, brasileños y venezolanos, fueron algunas de las culturas plasmadas en las personas que el maestro conoció alrededor del mundo, bailando para innumerables compañías de danza, agrupaciones y circos americanos.

El teatro de Ginebra fue su gran salto, convirtiéndose en el primer bailarín del ballet. "Viajábamos en aviones de dos pisos, éramos los chic de la danza, los suizos que bailaban, y yo era chileno". Bailó por cuatro años en el Ballet de Félix Blaska, hasta que en el 80 volvió a París donde nació Paloma, su hija que hoy tiene 36 años.

En primera instancia llegó a Pica, allí vivió entre árboles y gatos, hasta que conoció a una amiga de su sobrina, quien lo incentivó a volver hacer lo que hacía a la perfección, bailar.

Admitió no gustarle Chile, ya que "es como un alumno que se quedó en cuarto medio y no avanzó, es un mal alumno que no quiere ir a la universidad y no quiere ser desarrollado porque se siente bien en la mierda". Contó que "no me gustan mucho los humanos", pero pretende quedarse en Iquique porque puede entregarles a los jóvenes una perspectiva diferente de la vida.

Según el bailarín, el egocentrismo "lo perdí, lo ahorqué, lo maté", su único ego es el que entrega haciendo sus afamadas clases, y como aseguró, citando a Joan Manuel Serrat, "yo nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres, yo amo los mundos sutiles, dijo el otro ingrávidos y gentiles como las pompas de jabón".