El reciente escándalo en el Sindicato de Futbolistas, donde la directiva de esta organización habría incurrido en una serie de irregularidades que fueron dadas conocer por una auditoría de la nueva dirigencia, es una muestra de los problemas que atraviesa la actividad.
Según el informe, se habrían gastado cerca de $250 millones sin una justificación real y con ítems que incluyen vestuario femenino, costosos almuerzos y hasta biblias compradas a una iglesia evangélica.
Sin duda este tipo de hechos, son uno más de una serie de casos que terminan empañando una actividad deportiva, que en las últimas décadas se ha transformado en un negocio demasiado lucrativo, pero que no se ha profesionalizado del todo.
Ya poco se habla del tema Jadue, el más bullado de los últimos años, pero estas nuevas situaciones lleva a preguntarse qué se hace desde el otro lado de la vereda, de esa que representa los intereses de los deportistas.
Aunque la actividad se ha desarrollado en muchos niveles, aún existe este tipo de actos, donde no se evidencia ninguna autorregulación o cuenta pública que permita conocer el estado de cuentas año a año.
Por otro lado, si bien la difusión de esta disciplina ha crecido exponencialmente desde hace un par de décadas, con canales especializados y una gran cantidad de medios interiorizados en difundirla, poco se habla de lo que hay detrás, por ejemplo, reuniones de accionistas o de dirigentes y muchos de los contratos se cierran entre cuatro paredes.
Todos estos actos terminan alejando aún más a las personas de los estadios, donde actualmente el promedio de asistencia a los partidos del torneo nacional apenas supera las 6 mil personas.
Es necesario que la forma en que se maneja el fútbol chileno tenga un cambio radical, que permita a los hinchas que pagan sus abonos, pagan por los partidos en televisión y consumen el merchandising, tener más acceso a ver cómo se manejan los clubes, que a pesar de ser sociedades anónimas, siguen usando el nombre de fantasía del antiguo club social y motivando la participación del público.
"Aunque la actividad se ha desarrollado en muchos niveles, aún existe este tipo de actos, donde no se evidencia ninguna autorregulación".