No hay que ser un experto en economía para darse cuenta que las reformas y nuevas propuestas populistas, como la reducción de la jornada laboral con igual sueldo, hace encarecer el costo de vida de toda la sociedad. Lo anterior y propuestas de subsidios, gratuidades y otros, lo terminan pagando todos los ciudadanos, porque no existe una varita mágica que haga aparecer bienes. Proponer una disminución de la jornada laboral sin rebaja de los sueldos respectivos, es una irresponsabilidad legislativa populista, de conveniencia en época de elecciones, porque les será difícil a los candidatos rechazarla. Hay que tener confianza en la madurez del pueblo, que hace tiempo dejó de engañarse con voladores de luces y cuentas de vidrio, y cada vez más, se da cuenta que solo el esfuerzo es fecundo y que para protegerlo debe exigirse la fiscalización a legisladores y gobernantes para que trabajen para el bien común y no para los gobiernos de turno o para intereses partidistas en busca del poder.
Larga transición
Hemos vivido una transición a la democracia que se ha alargado por 27 años, y muestra evidentes señales de agotamiento institucional: corrupción pública y privada, improvisación y ausencia de políticas en salud, educación, en el uso de la energía, cero cuidado del medio ambiente. A nivel gubernamental y parlamentario se observa la política del amiguismo, el nepotismo, la corrupción.
Chile está lleno de "pillos" y de "vivos" que empiezan por robarse el confort en las oficinas públicas y culminan con familiares dueños de empresas que les venden servicios al Estado, y que siempre, extrañamente, ganan las licitaciones públicas.
Esta situación ha preocupado al Contralor General de la República quien acaba de solicitar al Ministerio Público que investiguen algunos casos de cónyuges de funcionarios que boletean al Estado y/o que cuentan con grandes patrimonios. Le deseamos éxito al señor Contralor en este intento de depurar los manejos públicos.
Mauricio Pilleux Dresdner
Marcos Concha Valencia