Si bien la administración política de las provincias -durante el ciclo del salitre- no consideraba a los "cantones" (es posible identificar subdelegaciones, distritos, comisarías, etc.), éstos tuvieron una importancia innegable en esa época. No existe un pampino que no supiera lo que era un cantón salitrero, algunos conocieron al de Negreiros, otros al de Huara, La Peña, Lagunas, Alto San Antonio, Zapiga, Catalina, Dolores, Buenaventura, Pintados, etc. El último cantón se llamó "Grupo Nebraska".
¿Qué era un cantón? El notable escritor antofagastino, originario de Taltal, Mario Bahamonde define a un Cantón como: "la división territorial que se hacía geográficamente a los terrenos salitrales, siempre en referencia a su medio de comunicación portuaria para los embarques. Cada cantón reunía un grupo de oficinas. En Tarapacá, donde sobre doscientas oficinas salitreras, se registraron los siguientes cantones: Zapiga, Sal de Obispo, Pampa Negra, San Francisco, Negreiros, La Peña, San Antonio, Yungay, La Noria, Cocina y Nueva Soledad. Otros cantones fueron: El Toco, Antofagasta, El Boquete, Aguas Blancas y Taltal" (1978:83).
Si buscáramos una nueva definición esta sería: ordenamiento territorial espontáneo que se formó durante el ciclo de expansión del nitrato, donde un grupo de oficinas de diversas Compañías salitreras establece relaciones económicas y sociales estables con un pueblo de servicios y un puerto de embarque, desarrollando flujos densos de bienes y personas de características urbanas, que comparten una identidad local con relación a ese territorio. Los cantones tenían una duración asociada a la cantidad y calidad de los depósitos de caliche existente en sus pampas.
Por cierto, la inestabilidad de la economía asociada a la industria del nitrato hizo que los cantones tuvieran más o menos salitreras asociadas dependiendo el año. Más estables eran los pueblos del desierto y los puertos de embarque. También el nombre de los cantones cambiaba con el tiempo.
Traje al recuerdo a los cantones salitreros porque ahora que en Chile está consolidándose una conciencia patrimonial, y vemos un creciente interés por el rescate de las ruinas salitreras (y de otras actividades extractivas), cabe recordar que ellas no existieron aisladas, sino se desenvolvieron en un entorno urbano junto a otras oficinas, próximas a un pueblo y conectadas a un puerto de embarque, que también era la puerta de entrada de la cultura venida desde ultramar.
Vemos un creciente interés por el rescate de las ruinas salitreras".
Sergio González Miranda,, Premio Nacional de Historia 2014"