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La historia de los hermanos sirios que llegaron huyendo de la guerra

Llegaron a Iquique hace un mes, pero están en Sudamérica desde 2016. Hoy buscan encontrar un nuevo futuro en Chile.
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Mijaíla Brkovic Leighton

"Siria era el país más tranquilo del mundo antes del conflicto. Nosotros vivíamos bien", cuenta Wassil Abohamad (43), con un gesto de resignación en su rostro. Tanto él como su hermano, Waiil Abohamad (48), tuvieron que salir de su tierra natal para refugiarse en Sudamérica. "Después de las seis de la tarde, que es la hora en que allá se oculta el sol, comenzaban a escucharse disparos y explosiones", recuerda Wassil, instalado en la Residencia Niños en la Huella de Iquique, hace más de un mes.

Y es que la historia de estos dos inmigrantes sirios es el reflejo del alarmante conflicto bélico que ha sido considerado por la ONU como "la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial", por la cual casi 4,8 millones de personas han huido del país desde el 2011.

"Acostumbrábamos a dormir en el techo de nuestras casas, atentos a los ruidos, por si teníamos que escapar", relatan los hermanos, queriendo explicar el tenso ambiente que vivieron durante años.

Hoy -después de un largo camino que incluyó recorrer más de seis países de nuestro continente- ambos se encuentran en Iquique, ciudad donde esperan poder regularizar sus papeles y encontrar un trabajo que los ayude a encaminarse en un nuevo porvenir.

Sweida

Hijos de una familia de cuatro hermanos y religión drusa (de rama islámica), Wassil y Waiil nacieron en la ciudad de Sweida, ubicada a cien kilómetros de la capital, Damasco, y caracterizada por ser uno de los lugares más tranquilos en la convulsionada Siria.

"El clima es muy parecido al de Iquique, solo que en la noche tenemos más frío y en invierno tenemos mucha lluvia, e incluso nieve", señala Waiil. Tanto él como su hermano menor tuvieron una vida tradicional, de matrimonio y trabajo.

"En Sweida trabajaba como comerciante. Viajaba todas las semanas a Damasco a comprar frutas y verduras y luego las vendía", indica Wassil. Por su parte, Waiil era bombero rescatista, profesión que allá no es considerada voluntaria como en Chile.

El primero en emigrar de su familia fue su hermano mayor, quien pudo entrar a Arabia Saudita. "Nosotros nos quedamos, pero con el tiempo nos dimos cuenta que debíamos irnos", señalan.

Por eso, en 2016 Wassil compró uno de los últimos pasajes en avión para toda su familia (mujer y tres hijas) y se fueron a Líbano, desde donde pudieron hacer las gestiones necesarias para llegar a Venezuela.

Latinoamérica

Instalados en el país caribeño, y trabajando en diversos oficios esporádicos, las cosas no salieron tan bien como esperaban. "Estuve un año tranquilo allí, pero después el país comenzó a tener problemas y por eso me tuve que ir", dice Wassil, quien dejó a su esposa e hijas en Venezuela hace ya varios meses.

En tanto, Waiil, estaba solo en Ecuador, país en el que los Abohamad se reencontraron. Entre los dos, las cosas les resultan más fácil, pues Wassil conoce mejor el castellano que Waiil.

"Aprendí español en Siria, antes de que comenzara la guerra. Encontraba la lengua bonita, así que me puse a estudiarla", asegura Wassil en un castellano correcto, pero con un peculiar acento caribeño, seguramente ganado en Venezuela.

Iquique

Si bien solo llevan algo más de un mes en Iquique, ambos sirios se sienten a gusto en la ciudad. "Es un lugar seguro, porque hay pocos robos; el clima me gusta y la gente es muy amable también", menciona Waiil, con una gran sonrisa.

Gracias a un contacto venezolano, pudieron llegar hasta la Residencia Niños en la Huella, donde los están ayudando hasta que puedan regularizar sus papeles y hallar un trabajo estable.

Consultados sobre qué es lo que más extrañan de Siria, ambos responden al unísono: "Todo". "Queremos que se pueda terminar pronto la guerra en nuestro país", dice Waiil. "Pero eso es algo que se ve muy difícil (...) es complicado de explicar, pero hay muchos intereses internacionales puestos en nuestra tierra", manifiesta Wassil.

"Después de las seis de la tarde, comenzaban a escucharse los disparos y las explosiones".

Wassil Abohamad,, inmigrante sirio."

"Iquique es un lugar seguro, porque hay pocos robos; el clima me gusta y la gente es muy amable también".

Waiil Abohamad,, inmigrante sirio."