Ya se acerca el 21 de mayo. Se preparan los actos conmemorativos principales, las autoridades civiles y militares ocupan ubicaciones preferenciales en esta magna fecha de la historia de Iquique y del país. Sin embargo, no se escucha ni se lee sobre alguna iniciativa en relación a lo que va quedando de la heroica corbeta que sucumbió gloriosamente hace 138 años. ¿O acaso se está esperando que venga otro reportaje de un canal de TV capitalino para mostrar la preocupante situación de esa reliquia naval? Ahí es cuando nace sorpresivamente alguna preocupación de nuestras autoridades pero después todo vuelve de nuevo a la indiferencia e incapacidad. ¿No es el momento de volver a debatir seriamente este desafiante tema?
La Boya es el histórico sitio que marca el lugar donde se encuentra la tumba marina de la Esmeralda. En el fondo marino yacen los restos del barco en un ambiente que parece que se encuentra contaminado por aguas servidas. ¿Se habrán hecho análisis sobre el grado de polución de esa parte de la bahía y qué medidas se han adoptado para enfrentar ese problema?
Es inaceptable extraer los restos de la corbeta para exponerlos en algún museo. Se ha señalado las opciones contrarias a esa iniciativa. Puede ser que no sean definitivas. Lo que interesa es que no se pierda su condición de tumba naval y la razón del ceremonial anual.
¡Cuál sería la solución para proteger a los restos de la Esmeralda de todos los efectos conocidos? ¿Podrá ser colocando una cúpula protectora en el área de la ex corbeta? Es mejor dejar la palabra a los expertos que puedan aportar interesantes propuestas al respecto. Los fondos para esa obra se pueden obtener.
El 21 de mayo de 2029 se cumplirán los 150 años de la epopeya naval, podría ser que para ese tiempo ya no quede nada de la nave. Por eso me parece imperioso que de una vez por todas se considere con decisión concretar su debida protección.
Mario Zolezzi Velásquez