La importancia de una familia unida sin importar las distancias
Margarida Lopes llegó a Iquique luego de una travesía desde su natal Isla de Madeiro, en Portugal.
Margarida Lopes esconde detrás de su timidez y dulzura un gran espíritu aventurero puesto que a los 20 años dejó sus raíces en la isla de Madeira, un archipiélago del Océano Atlántico al oeste de la costa africana para venir al continente americano.
De esta forma emprendió nuevos rumbos y llegó al norte de la América del sur: Venezuela. Allí vivió durante 30 años junto a sus tres hijos: Alfredo, Edgar y Antonio.
Sin conocer palabras en español aprendió de a poco a mezclarse entre otras calles, rostros y costumbres que formaron en su corazón nuevas raíces, ahora en el Caribe. Fue una cuestión de supervivencia entender el castellano, los modismos y saber que café y el chocolate caliente le ayudarían a mejorar su capacidad de adaptación.
"Mi hijo mayor, Alfredo, se vino a Chile hace siete años y, en el 2011, mi nuera me invitó a Iquique y yo me vine. Acá encontré un lugar tranquilo, muy distinto a Portugal y Venezuela y que me sigue brindando oportunidades laborales", explica Lopes, quien actualmente trabaja en un hotel como mucama.
Mientras recuerda el porqué se vino al sur del mundo, Lopes deja ver en sus manos el esfuerzo que involucró emigrar por segunda vez en su vida, luego que sus tres hijos viajaran fuera de Venezuela.
"Acá he hecho trabajos en los que nunca pensé estar: trabajé en estética, en una cocinería haciendo arepas y ahora estoy acá. Yo me siento bien porque estoy junto a mi familia", dice.
El viaje
Aventurera de corazón, Lopes es un ejemplo del agradecimiento que miles de migrantes sienten por el recibimiento que Iquique les brinda a diario.
"Me encuentro con otros extranjeros que apenas llevan una semana acá y me dicen que ya están trabajando ¿En qué otro país del mundo se ve eso? eso me da la seguridad de que llegué a una buena ciudad", manifiesta.
En cuanto a cómo ha sido su proceso de adaptación en el norte de Chile plantea varios puntos a favor que hacen más sencillo el desarrollo de su nueva vida.
"Lo primero es tener a mi familia acá, lo segundo es la estabilidad laboral, por último, las oportunidades de disfrutar de momentos con la naturaleza", expresa y añade que en las playas de acá se animó a acampar por primera vez en su vida.
A sus 56 años cree que la vida tiene segundas oportunidades porque tiene pensado seguir en Iquique mientras su familia esté en la capital tarapaqueña. Esto la mantiene animada a seguir trabajando y luchando por sus sueños.
Para rastrear de dónde viene su ímpetu por aprender de otras culturas, Lopes describe su personalidad 36 años después de su partida de Portugal.
"Yo soy aventurera y me gusta conocer otras partes. Al principio me costó porque extrañaba a mis dos hijos menores que se habían quedado en Venezuela, pero después uno se va a acostumbrando", expuso.
La costumbre le permite no asustarse en los temblores, comer asados sin remordimiento y entender la picardía de los modismos chilenos.
"Me da mucha risa cuando dicen 'mish' si pasa algo interesante o quieren molestar a alguien que ya va llegando. Hay otras que no se pueden decir porque si bien son chistosas son groserías", cuenta sonrojándose.
Finalmente Lopes dio algunos consejos para aquellos extranjeros que escogieron Chile e Iquique como su nueva opción de vida.
"De pronto uno no consigue el trabajo que quiere, pero siempre consigue empleo que uno puede hacer de forma honrada. Yo no veo a Iquique como una ciudad de paso sino un lugar que siempre recibe a los extranjeros con buenas ganas", concluye.
Margarida Lopes, portuguesa residente en Iquique, sobre cómo se siente acá."
"Acá he hecho trabajos en los que nunca pensé esta (...) Yo me siento bien porque estoy junto a mi familia"."