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Pampino realiza réplicas de máquinas de las salitreras

Con la ayuda de su buena memoria y destreza manual, Abel Gómez crea estas miniaturas.
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Rodrigo Tapia J.

La vida de las personas que crecieron en las antiguas salitreras del norte del país quedaron marcadas para siempre y eso lo demuestra la gran cantidad de agrupaciones de exhabitantes de la pampa que hay repartidas en otras ciudades del país y quienes cada año organizan actividades y vuelven al lugar que los cobijó en algún momento.

Sentado en su taller en la ciudad de Arica, Abel Gómez Díaz recuerda que recorrió varias salitreras trabajando en diferentes oficios. En María Elena, a los 16 años ingresó a trabajar, por 32 años seguidos, en la compañía salitrera Anglo-Lautaro, que luego pasaría a llamarse Sociedad Química y Minera de Chile (Soquimich) y ahora SQM.

En estos lugares se desempeñó como mensajero, tornero, cuidador de salitreras abandonadas, chofer, operador de maquinaria pesada y maquinista de tren, recuerdos que mantiene claramente en su memoria y que ha querido plasmar en una serie de réplicas de máquinas, vagones, tragas y góndolas (microbuses de la pampa) que realiza hace aproximadamente dos años.

"Esto lo estoy haciendo hace como dos años más o menos (réplicas), máquinas, vagones y ahora estoy haciendo unas tragas, todo de la pampa no más", comenta al teléfono Gómez quien a sus 72 años sigue bastante activo al frente, con otros pampinos, de una agrupación cultural denominada Proyección Pampina.

Viaje a la Pampa

Ocho años tenía Gómez cuando conoció el norte, lugar al que llegó luego que su madre falleció en su natal Andaco-llo. Decidió venir en busca de unos familiares, después de un largo viaje en tren. "Me vine de 'pavo' (sin pagar) en el tren Longino (Tren Longitudinal Norte que existió antiguamente y que unía el Norte Grande desde Iquique hasta la ciudad de La Calera en la Quinta Región) llegué a la estación Teresa de Prosperidad, cerca de Ricaventura, por ahí", dice.

En el lugar encontró a su tía con quien vivió hasta los diez años en diferentes salitreras. "Fui a la escuela y aprendí lo que pude no más", aclara Gómez y cuenta que estuvo junto a su tía hasta que ella debió trasladarse a vivir a otro lugar y él se quedó solo en otra salitrera trabajando en lo que viniera.

Con el cierre de algunas salitreras a finales de los años cincuenta y principio de los sesenta -como Candelaria- Gómez comenzó a trabajar en los desarmes de estas oficinas hasta que 1962 en que decidió ir a María Elena a buscar trabajo a la compañía salitrera Anglo-Lautaro donde "enchufé de palanquero", rememora.

En el lugar se desempeñó en diferentes oficios y labores como mensajero, operador de pala, operador de pala, limpia carro, oficial mecánico, soldador, operador de máquina pesada y conductor de un camión cisterna que limpiaba las postes, desde El Tigre hasta Tocopilla, pasando por toda la provincia. "María Elena era una escuela, uno aprendía lo que quería ahí", afirma.

En ese lugar fue donde conoció casi todas las máquinas que ahora, 23 años después de dejar de trabajar en la pampa salitrera e irse a vivir a la ciudad de Arica donde está radicado actualmente, comenzó a construir de memoria, sin ninguna fotografía de respaldo y solo con los recuerdos de su paso por el lugar.

En el taller

En honor a esos recuerdos que aún le rondan y que no olvidará jamás, fue que Gómez comenzó a construir esas réplicas de maquinarias que debió manejar durante tantos años.

Entre las miniaturas que ha realizado hasta el momento se encuentran, los trenes (vagones y locomotoras) y el camión "del astro" que recorría las salitreras de Pedro de Valdivia y María Elena repartiendo las verduras, una traga, y una pala mecánica con un balde que "arrastraba la tierra y limpiaba la chusca para dejar el caliche encima, para después llegar, meterle roca y tronarlo", explica.

Para esta tarea utiliza materiales como latas, retazos que compra en algunas hojalaterías, alambres y soldaduras de estaño, con los cuales le va dando forma a sus creaciones. "Las máquinas las hice con la pura mente, con el recuerdo que tengo yo", comenta.

Por estos días un nuevo proyecto lo tiene entusiasmado. Se trata de un puente de descarga (donde los camiones cargaban el ripio), el cual, confiesa, tiene mucho trabajo por la complejidad de la maquinaria.

En cada uno de estos objetos, Gómez trabaja como mínimo un mes, dependiendo de las horas al día que ocupa y de lo difícil que sea la miniatura a construir, ya que a veces solo trabaja un rato durante la tarde.

Algunos de estos trabajos han sido expuestos en diferentes lugares de Arica y otros han sido donados para el museo pampino de Humberstone, lugar al cual viaja sagradamente todos los años para recordar sus estancia en las salitreras.

Sin embargo, su sueño es poder algún día presentar su trabajo en María Elena, lugar que lo cobijó por tantos años y de donde su esposa Elba Álvarez es oriunda. Con ella se casó en 1967 y tuvo cinco hijos y nueve nietos.

Para esto está gestionando alguna forma de poder comunicarse con las autoridades eleninas y organizar una exposición de sus trabajos en la pampa salitrera, aprovechando que ya se acerca la celebración de Pedro de Valdivia, actividad a la cual está invitado no solo por sus máquinas, sino que también como músico.

Esto porque Gómez también toca la armónica con la agrupación Proyección Pampina, con la cual interpreta música que se escuchaba en las salitreras como valses, boleros y otros.

"Me vine de 'pavo' en el tren Longino y llegué a la estación Teresa".

Abel Gómez"

"Las máquinas las hice con la pura mente, con el recuerdo que tengo yo".

Abel Gómez, sobre la creación de sus réplicas en miniatura."