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Los secretos para mantener una carnicería de barrio

Rubén Pérez tiene más de 20 años en el mismo negocio y espera continuar con su venta a sus caseros al detalle.
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Crismary Castillo Marengo

Rubén Pérez aprendió desde pequeño que siempre hay trabajo, solo hay que buscarlo. En su casa en La Tirana su papá se encargaba de vender, durante las fiestas, todo aquello que necesitaran quienes visitaban el pueblo: agua, bebidas, carbón, pan amasado, una pieza y hasta baños.

Así comprendió que su vida siempre estaría ligada al comercio y es por ello que veinte años después es el dueño de una de las últimas carnicerías de barrio que quedan en Iquique.

"Comencé mi negocio luego de un viaje que hice a Estados Unidos. Allí durante un año vendí helados y unos sobres que contenían limón y sal. Cuando volví pensé en invertir lo que había ahorrado en plata chilena en estos sobres porque aquí nadie lo vendía", recordó.

Fue así que invirtió su capital de quince millones de pesos en más de 800 cajas que contenían, cada una, 100 sobres. "Comencé a distribuirlos en todos los almacenes de Iquique, al punto que casi no me quedaba ninguna porque le gustó mucho a los niños", sostuvo.

Sin embargo no todo fue color de rosa porque dado que algunos pequeños comían el producto sin haber desayunado las consecuencias comenzaron a sentirse en su estómago.

"Como ya me quedaban menos de 100 cajas, me fui a venderlas en Antofagasta y ahí terminé con ese negocio y recuperé toda mi inversión", manifestó.

El negocio

Su carnicería comenzó como una librería porque ese fue el primer negocio que ubicó en su minimarket "Cocomiel" frente al colegio República de Croacia.

De la librería pasó a tener productos que sus mismos clientes le pedían como colaciones para el colegio hasta que vio la oportunidad de agregar todo lo que pudiese necesitar su casero.

"Compré una pequeña vitrina y algunas cajas de pollo y bolos de carne en la Zofri. Los primeros cortes los hacíamos a puro cuchillo porque no teníamos las máquinas, así que cortábamos a medida que el cliente iba pidiendo", expresó.

De a poco la vitrina se hizo pequeña porque Pérez la nutrió con todo aquello que se necesitara en el barrio para hacer el almuerzo o un pequeño asado.

A esto se le unió que el horario que maneja en su negocio es de lunes a sábado de siete de la mañana hasta las 12 de la medianoche.

"El domingo como la gente se levanta más tarde abrimos a las ocho", dijo sonriendo y añadió que lo principal para mantener su negocio ha sido conocer qué necesita su cliente habitual: los vecinos de su población,

El comerciante reconoció que su horario es una de las ventajas que lo mantiene en buen pie porque incluso cuando todos descansan ya sea por fiestas o por un partido de fútbol, su negocio abre las puertas.

"Esa es una de las cosas que más cuesta porque es un sacrificio no poder estar con la familia en fechas especiales porque primero está el compromiso de cumplir con el cliente", estimó Pérez, quien tiene ocho hijos; la mayor tiene 37 y el menor tiene cinco años.

Con los clientes

Del mismo modo Pérez se define como un casero que busca estar siempre del lado de sus clientes porque conoce cómo funciona el negocio del barrio.

"Acá si alguien quiere un churrasco se lo vendemos porque todo depende de la necesidad de la persona. Acá usted puede venir y siempre conseguirá porque precisamente gracias a lo que nos pedían, fuimos creciendo y queremos seguir expandiéndonos", explicó el almacenero.

En cuanto a cuál es su principal misión, Pérez describió que más allá de tener un negocio que le produzca dinero, confía en los frutos de su trabajo.

"Acá para muchos ha sido una buena escuela porque aprenden de todo sobre el negocio: a hacer cuentas, pedidos y en general a cómo mantenerse en el tiempo", explicó y agregó que unos 10 de sus ex empleados ahora cuentan con su negocio propio. "Yo me alegro mucho porque les ha ido bien después de pasar por acá, reunieron platita y ahora son independientes", dijo.

Su secreto para mantenerse en el tiempo es tener siempre un saludo para quien va a comprar. "Yo les digo a los muchachos que lo principal es ofrecer un buen servicio; siempre saludando, dando los buenos días y las gracias. Eso es lo principal en mi negocio y lo he mantenido así por años, desde que éramos una pequeña librería", expuso.

Finalmente Pérez recordó que ya sea para visita o para el jefe de la casa siempre tiene como consigna entregar el producto en excelente calidad. "La gente me conoce y sabe que acá puede encontrar más que a un casero porque son más de 20 años trabajando en el mismo lugar". concluyó.

Rubén Pérez, dueño carnicería de barrio, sobre cómo mantener a sus clientes."

"Acá si alguien quiere un churrasco se lo vendemos porque todo depende de la necesidad de la persona"."