Los jóvenes que apoyan el camino a la Carmelita
Los misioneros, pertenecientes a la parroquia San Norberto, este año cumplirán 19 años recibiendo a los peregrinos para agradecer a la Virgen de La Tirana.
Improvisando y casi como si "fueran a la guerra", pues tenían todo preparado para ir a misionar a otro lugar, comenzó la aventura de un grupo de jóvenes de la parroquia San Norberto, que en 1998, decidieron ir hasta el pueblo de La Tirana para acompañar a los peregrinos que recorrían los 10 kilómetros desde el cruce de la carretera hasta el poblado.
"En ese tiempo eran como 15 o 20 personas, que fueron por las de ellos, se quedaron en carpas y la idea era recibir a los caminantes y darles agüita", cuenta, Luis Araya, uno de los integrantes de los primeros años del grupo, que hoy es el coordinador de los "Misioneros del Camino".
Los preparativos
Para este 2017, son 35 los jóvenes que están preparándose para viajar hasta el poblado. Ya han tenido reuniones de formación y algunas actividades para reunir fondos, pues deben costear el traslado y una serie de alimentos que les solicitan para el encuentro.
"Estamos reuniéndonos desde marzo. Y este año nos vamos el 10 de julio hasta el 18 aproximadamente", señala el misionero.
La flor en el desierto
Historias que han podido vivenciar durante estos años son múltiples, y tal como dice Luis, "al ser un lugar santo, pasan cosas increíbles, muchos milagros", asegura.
Uno de ellos, que marcó a varios de los misioneros más antiguos, de los cuales da fe junto a su compañero Sebastián Agüero, fue el florecimiento de una flor en el desierto.
"Venía una persona medio coja y dos misioneros la acompañaron. Iban rezando por el mundo, la familia, las personas que sufren, era una persona muy piadosa. Llegó a la estación y cambió a otros misioneros, que también sintieron una conexión especial con ella, hasta que se sentó en una banquita porque estaba cansada, y habían unos pétalos en el suelo y los misioneros se extrañan y miran hacia atrás y detrás de la señora había un tamarugo, con una flor florecida en todo su esplendor. Todos quedaron sorprendidos, era algo imposible. Aquí nunca hay una flor en pleno desierto. Todos los misioneros la vimos, la tocamos y después se la mostramos a Monseñor, y el también fue parte del milagro y lo mencionó en algún momento. Nosotros también lo mencionamos en la parroquia nuestra. Pero con el tiempo se ha ido olvidando, ha quedado como historia, como mito, pero yo fui parte de eso", recuerda.
Otras experiencias
Otras de las experiencias, que recuerda el misionero, fue cuando un grupo de peregrinos se acercaba y se les había acabado el agua, "el bidón estaba vacío y venían varias personas y era mediodía, y me pidieron agua y yo les dije que si, pesqué el bidón sabiendo que no había agua y salía agua en un hilito, pero esa hilera de agua sirvió para toda la gente. Estaba emocionado, pero recibiéndolos a ellos, contento por darles esa agua. Luego de eso pasó una camioneta que llegó con 3 bidones de agua y nos dijo, aquí tienen chiquillos", menciona.
Colaciones
La jornada de los misioneros dura cerca de 12 horas, experimentando el frío y el calor del desierto. Aún siguen solicitando colaboración para sus colaciones.
"Contamos mucho con la ayuda, muchas veces no nos donan, y tenemos que costearlo nosotros. Por eso buscamos apoyo en colaciones que siempre son bienvenidas" comenta Luis.
"Con el tiempo se ha ido olvidando, ha quedado como historia, como mito, pero yo fui parte de eso, de ese milagro".
Luis Araya,, coordinador del grupo Misioneros del Camino."