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El taller familiar que pone el arte a las lápidas

Las laboriosas manos de la familia Díaz Yáñez convierten las palabras en eternas. Con mármol, hacen las lápidas que adornar los sepulcros en Iquique.
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Nancy Páez Acosta.

La belleza del mármol es trabajada por la familia Díaz Yáñez desde hace 28 años en Iquique. Ubicados en el Cementerio 3, se han encargado de convertir en obras de artes las lápidas que los familiares de los fallecidos seleccionan con amor para los sepulcros.

"No hacemos una venta como si esto fuera pan, es algo fuerte, tratamos de apaciguar ese sentimiento en las familias y ayudarlos", cuenta Hernán Díaz Yáñez, uno de los hijos artesanos.

Le colocaron San Juan a la marmolería, en honor a su pueblo de origen, ubicado en la Cuarta Región de Coquimbo. Alfredo Díaz, es el padre de la familia, en su ciudad natal trabajó durante 20 años en el mismo rubro, ahora, a los 84 años, sigue siendo la cabeza de la familia. "Lo llaman el patriarca", agregó sonriendo Hernán.

La carretilla

Mónica Díaz Yáñez, es la hija y artista que con paciencia plasma las letras con cincel y martillo en mano. Recuerda cómo fue el proceso de mudanza: "Lo decidimos en solo tres meses, porque el trabajo de mi papá era muy duro, se comenzó a enfermar de las rodillas, un hermano mayor se vino e hizo el puente".

Al principio se ubicaron en el centro de Iquique, "era un negocio chiquito, un hueco de dos metros por uno, parecía kiosco de diario y el vehículo que teníamos era una carretilla en la que mi papá traía la lápida desde Sargento Aldea". Ahora, son diez hermanos que se involucran en el negocio "todo se conversa en familia, sin problemas", afirma.

La materia prima se la compran a una importadora ubicada en Santiago, el mármol viene de Italia y Brasil. Además de la lápida, son los responsables de crear el revestimiento, adornos y otros elementos que le colocan a la sepultura como vitrinas, puertas y balcones. "Ha cambiado el estilo de los iquiqueño, antes se usaba cerámica y azulejos, ahora colocan hasta un radio para que escuchen música", relata Mónica.

Las anécdotas en tantos años de servicio no faltan: "La gente que en su vida ha sido difícil hasta la muerte es difícil, hay lápidas que se han quebrado, les ha pasado de todo (...) se hace el esfuerzo para terminarlas y uno le pregunta a la familia cómo era la persona y sí, eran difíciles", contó entre risas.

Negocio exitoso

El presupuesto de un pedido en la marmolería San Juan va desde 20 mil pesos hasta 600 mil pesos. "Hay muchos clientes que saben lo que cuesta el mármol, buscan esa calidad", reflexiona Hernán.

No hay límites para recibir los pedidos, atienden a personas de diferentes religiones y adaptan la obra a lo que se pide. Su negocio se ha convertido en referencia, incluso para la competencia. "Cuando llegamos tuvimos muy buena relación con el caballero Erlich de marmolería Erlich, ellos nos mandaban clientes y nosotras a ellos. El caballero cerró porque ya estaba de edad, vino a los 90 años, y nos mandó a hacer la lápida, nos dijo 'apúrense que pronto nos vamos a ir'. Le construimos su lápida y unos días después falleció".

Ante la interrogante de ampliar su sitio o hacer cambios, Hernán reflexiona: "nosotros estamos bien, el objetivo era llegar acá, nada es fácil, nos costó, pero nos fue bien, hasta el día de hoy hemos cumplido la expectativa, tenemos nuestro negocio de marmolería".

Mónica Díaz Yañez, artesana del mármol."

"El dueño de marmolería Erlich, nos pidió a hacer su lápida, tenía 90 años, se la hicimos y días después falleció""